Capítulo 4. El demonio amable

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*Scratch*

*Scratch*

El desgarrador sonido de zarpas llenaba el bosque de Gorias. Las garras golpeaban monótamente, un temible arrullo que daba la bienvenida al infortunio inevitable

*Scratch*

Rasgando alguna superficie o una lamentable presa, el eco apaciguó cualquier otro graznido o rugido en los alrededores.

*Scratch*

Silencio. Fue el silencio lo que asentó una gran tensión en el bosque, oraciones silenciosas fueron lanzadas para que las garras continuarán destrozando, por que como el sabio Finias diría "No temas al behemoth que se escucha desde millas de distancia. Teme a aquel que acecha, al mudo y sigiloso que se revela solo para matar".

Cautelosamente avanzaba, pasos sordinos tocaban con gracia la nieve dejando solo como evidencia a su impalpable presencia el rastro de sus huellas, se detuvo para levantar el hocico aspirando todo aquello que lo envolvía, movió sus orejas en todas las direcciones antes de que sus ojos afilados naranjas le dieran la firmeza de reanudar su prematura persecución y se hundió en las sombras.

Avanzó agazapado entre raíces y rocas hasta divisarla. Ella estaba distraída de espaldas a él, su lengua ondeaba por sus afilados colmillos al ver lo vulnerable y lo fácil que sería abordar a la pobre víctima.

Se acercó lo suficiente sin ser delatado, frenando solo para tomar una postura apta para atacar, acarició el suelo con las almohadillas de sus patas sintiendo el firme como una extensión más de su cuerpo, tomó aire y el tiempo se paralizó mientras escuchaba únicamente el bombeo de su propio corazón antes de romperse con un gran rugido y el agobiante estallido de... risas.

"JA JA JA JA, Lukka espe... JA JA JA, espera por favor" Clamó inútilmente por piedad la desdichada alma, pero el gran depredador ignoró sus demandas mientras se cernía sobre ella, causándole cosquillas con el rose de su nariz y la plantilla de sus patas. El ronroneo jovial de la bestia al igual que su tacto delicado dejaba en claro que no tenía intenciones de causarle daño alguno.

"¡Ay!" se retiró sin dudar ante el quejido, la actitud juguetona fue reemplazada por una gran preocupación transmitida por sus ojos que la examinaban en busca de alguna lesión dada por descuido, un pequeño arañazo se asomaba en su casco delantero, olisqueó la herida emitiendo leves gruñidos en tono de arrepentimiento y disculpa.

"No te preocupes Lukka, es solo un pequeño rasguño, se cerrará en un segundo" aseguró ella acariciando su melena "¿Acabas de afilar tus garras verdad?" ante su pregunta, Lukka comenzó a pavonearse a su alrededor para dar a relucir sus zarpas.

Sin necesidad de cuestionar, le presumió sus grandes cuernos negros, tomando una pose presumida permitiéndole admirar mejor sus ornamentos.

"Je je je si, tus cuernos son hermosos Lukka" le aseguró.

Y en verdad era hermoso, peligrosamente hermoso, un colosal tigre blanco con rayas negras y grises con una frondosa melena en su pecho, detrás de cada una de sus orejas negras se extendían dos cuernos, en medio de ellos pequeñas escamas negras sobresalían siguiendo la línea de su columna vertebral hasta finalizar en una larga cola.

Sus caninos superiores e inferiores sobresalían de su mandíbula, eran blancos cual marfil y afilados, pero esto no detuvo a la pequeña poni cuando atrajo a la criatura para mimarla.

"Me da más envidia tu pelaje, para estas épocas te mantiene cálido y es tan suave"

Lukka apartó la mirada y resopló ofendido

El Llamado de la ArmoníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora