Capítulo 25

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  Ella sólo podía mover la cabeza y Mathías se metió las manos en los bolsillos y empezó a dar zancadas por la habitación casi vacía. Estaba sin afeitar, despeinado muy atractivo. ¡Machorro!

   -Me ha costado dos semanas y un montón de problemas el dar contigo. Creía que habíamos acordado volver a hablar. Me sorprendió comprobar que habías dejado Europa.

   Se dio la vuelta y la culminó con la mirada.

  -¿Por qué?

  Katherin se sentía aturdida pero luchó para no balbucear.

   -Pensé que lo mejor sería irme.

  Él dio un paso hacia ella. Su furia era tan palpable que ella tuvo miedo.

    -Creíste que sería lo mejor... pero ¿para quién?

     -Para tí, para los dos -dijo mientras intentaba ocupar sus manos en algo-. Sabía que estabas furioso conmigo por haberte mentido y que te arrepentías de lo que había pasado entre nosotros. Me pareció que sería mejor para los dos sí...

       -¿Escapabas?

      -Si me marchaba.

      -Dijiste que me amabas -la acusó él.

      -Lo sé -contestó ella tragando saliva-.

     -¿Era otra mentira?

     -Por favor; no esperaba verte otra vez. Estoy intentando darle un sentido a mi vida, hacer no sólo lo que debo hacer sino lo que me haga feliz. En Italia hice lo que me hacía feliz sin preocuparme de si era justo o no. El tiempo que estuve contigo fue ...

       -¿Fue qué?

  Katherin se pasó las dos manos por el pelo y levantó su rostro. Era como si aquellas dos semanas no hubieran pasado. Otra vez se enfrentaba a él para intentar explicarle, aunque no sabía como hacerlo.

     -Fue lo mejor que me ha sucedido, lo más importante, lo más inolvidable. Siempre me sentiré agradecida por haber vivido aquellos días.

      -¡Agradecida! -con un tono tristón-.

   Mathías no sabía si reír o suicidarse. Dio otro paso y la sorprendió al ponerle las manos alrededor de la garganta.

      -¿Por qué agradecida? ¿Por haber echado tu primera cana al aire? ¿Por un romance rápido y anónimo sin ninguna consecuencia?

      -No -dijo poniéndole la mano en la cintura, pero sin resistirse-. ¿Has hecho el viaje para que me sienta más culpable?

      -He venido desde tan lejos porque siempre acabo lo que empiezo; y nosotros aún no hemos acabado Kathi.

   Ella se decía que debía mantener la calma. Cuando un hombre se hallaba en aquel estado, la mejor defensa para una mujer era la serenidad.

      -Muy bien. Si me sueltas, hablaremos. ¿Quieres un whisky  o  café?

       -No -negando y apartando sus manos poco a poco-. No quiero bebidas, ni silla, ni conversación.

   La serenidad no parecía funcionar demasiado.

         -De acuerdo. ¿Qué quieres?

         -A ti. Creí que lo había dejado suficientemente claro -dijo mirando en torno a él-. Y ahora dime, Katherin Johnson. ¿Es esto lo que tú quieres? ¿Un puñado de habitaciones para estar sola?

     -Quiero tener lo que sea, lo mejor para mí. Ya me he disculpado por haberte decepcionado. Me doy cuenta que ...

     -¡Decepcionarme! -levantó levemente su mano, como siempre nunca la dejaba terminar las palabras de la fémina-. Quiero aclarar por lo menos este punto que se refiere a mí. ¿De qué manera me has decepcionado?

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Hola lectores!!

Sí, sé que ha sido corto pero lamento decirles que lo hice porque ya se acerca el final.

   ¿Creen que se llegarán a entender o no?

Deseo que tengan buenas noches.
  Saludos y besitos impulsivos👋✨😘

Impulso [+18] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora