Lo que ella fue

Captora y prisionera

Eran tiempos de luz y sol.

Éramos tú y yo contra el mundo.

Sin que nadie quisiera intervenir.

Nadie ni siquiera lo intentaba.

Porque sabían que siempre caminaría a tu lado.

Y que su veneno a mi corazón nunca llegaría.

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Caminábamos por arcoíris de dicha y felicidad.

Bailábamos por música de palabras reales.

Y estábamos unidos por lazos inquebrantables.

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Ojalá todo hubiera sido así.

Porque no estaba preparado para la oscuridad que vendría.

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Estábamos bien, mi captora.

Estábamos juntos en la prisión.

En una prisión que a veces lastimaba, pero que se sentía cálida.

Y acepto, acepto que tenía mucho veneno en mis venas.

Que el dolor a veces se hacía demasiado.

Pero mi captora, me podría refugiar en tus paredes y nada iba a pasar.

Porque lo que estaba afuera no importaba.

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Ahora todo se siente mágico.

Es cierto que duele.

Y que ahora mi mente puede pensar más de lo que mi corazón aguanta.

Pero no importa, mi prisionera.

Te tengo a mi lado.

Porque no me habías soltado y caminaríamos juntos siempre.

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Duele prisionera, estaba a punto de explotar.

Porque ahora la conciencia me estaba pesando.

Y mis pies no estaban aguantando.

Esto ya no era sobre ti, era sobre mí y mi corazón roto.

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Y es que la oscuridad me estaba iluminando.

El silencio me estaba hablando y estaba entendiendo todo.

Y Dios, como dolía mi captora.

Como dolía pensar que estaba muy envenenado.

Cómo dolía pensar que sólo tapaba el dolor con risas, pero nunca estuve curado.