Capítulo 11

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104 días antes del desastre.
10 de Septiembre

La luz del sol entraba por la ventana del apartamento molestando a la joven pareja dormida. Luffy se dió la vuelta intentando que la luz no le diera en el rostro y lo logró así que dejó de moverse buscando comodidad.

El teléfono de Tiara no paraba de sonar esa mañana, la susodicha no quería abrir los ojos y contestar porque estaba realmente cansada de la noche anterior. Joder, Luffy estaba lleno de energía.

Aún así estiró el brazo para tomar el celular y contestar con los ojos cerrados.

-Tiara creo que hice una estupidez.

-¿Rosé?- automáticamente la fémina se espabiló.- ¿Cuantas veces te he dicho que no me llames a este número?

-Lo siento es que...- parecía estar llorando del otro lado.- Tenía que hablar contigo lo más rápido posible y perdí tu otro número con lo que pasó, yo...

-Espera, no hables más.

Tiara miró a Luffy que todavía estaba en el quinto sueño, incluso babeaba un poco la almohada mientras balbuceaba cosas incoherentes. La fémina se levantó de la cama para colocarse un albornoz y dirigirse al baño, ahí podría conversar con más privacidad.

-Ya, cuentame que fue lo que pasó.

Ambas estuvieron hablando cerca de una hora, Rosé le contó con lujo de detalles lo que había sucedido en el apartamento de Sanji aquella tarde.

-Fue mi culpa porque yo intente seducirlo un poco para estar segura de que me ayudaría pero forcé mis feromonas y se descontrolaron.- lloró.- Él me marcó y ahora debe sentirse mal por haberlo hecho.

-Debí advertirte sobre la condición de Sanji.- suspiró Tiara.- Sanji aún no puede controlar a su alfa adecuadamente, reacciona con demasiada intensidad a las feromonas. Por eso es constantemente rechazado por las omegas, se vuelve agresivo.

Los lamentos de Rosé continuaron por un buen rato en lo que su amiga intentaba calmarla. A ella no le importaba estar marcada mientras fuera él ya que no parecía querer imponerse sobre su persona.

-No te hagas ilusiones sobre esa marca Rosé, máximo la llevaras en el cuello una semana o un par de dias más. Si no tuvieron sexo solo es algo temporal.

De alguna manera la omega del otro lado se sentía ahora aún más triste.

-Te dije que hablaras con cualquiera de los tres que iban a estar en la empresa porque no sabía cuando regresaría y escogiste al más complicado.- suspiró.- Definitivamente eres un problema hermanita.

***

-¡Me vas a tener que recompensar por todo esto!- gritó Zoro en plena calle.

-¡Ya te di las gracias! ¡Deja de recordarme lo que pasó!- le respondió Sanji a gritos también.

-Esta mierda duele ¿sabes? No me imaginaba que tu mandíbula fuera tan fuerte.

Los brazos del peliverde estaban llenos de curitas que ocultaba con las mangas largas de la camisa, le era incómodo estar de esa manera ya que le daba comezón pero no quería andar por ahí mostrando las mordidas.

-Realmente ustedes... ¿no pueden contener sus gritos en plena mañana?- los regañó Nami al verlos llegar a la empresa.- Miren nada más que clima tan bonito hace hoy y ustedes discutiendo.

Ambos resoplaron a la vez, la semana había sido intensa y estaban hartos uno del otro, sobretodo Zoro que era el más afectado por estar en el medio.

-Por cierto ¿ya se enteraron? Luffy regresó de Hawai. Dentro de tres días planeó una reunión.

-Joder no.- se quejaron a la vez.

Si ya las cosas eran complicadas ahora serian peor, solo esperaban que Tiara pudiera controlarlo lo suficiente como para que no arruine nada.

-Pueden entrar. Los vestuaristas y diseñadores ya llegaron para recuperar el tiempo perdido. Yo aún tengo que esperar a ____.

Ah, ____. Zoro se había olvidado completamente de ella ante todo este revuelo. Aún le debía una conversación y no estaba seguro de si ella estaba al tanto de la situación. Lo más seguro es que Nami le haya dicho aquella mentira que se le ocurrió en el momento, cosa que era cierta por una parte, pero la reunión solo se posponía hasta que él regresara al trabajo.

Ahora que lo recordaba volvía a estar emocionado, ¿sería buena idea ir a su oficina en cuanto llegara?

-Buenos días.

Justo cuando pensaba en ella aparecía. Esa mañana estaba vestida más elegante que de costumbre: una falda lisa hasta las rodillas y una blusa de mangas largas color negro acompañadas con un chaleco gris ratón.

-Buenos días ____. Te ves radiante esta mañana.- le elogió Nami.

-____, siempre es un placer verte.- Sanji sonrió.

-Es bueno que ya estés bien, Nami me informó que estabas en celo y por eso te ausentabas.

Que le recordaran eso cada dos por tres irritaba al rubio pero supo controlarse frente a ____.

-Ya me encuentro mejor, gracias por la preocupación.

-Bueno, me dirijo a mi oficina. El papeleo no se hará solo y ahora que el Presidente no está es peor.

Tanto Zoro como Sanji se asombraron al escuchar que Neito estaba ausente. Vieron a Nami irse tras ____ y entraron también, ya se enterarían más tarde de todo lo que había pasado en su ausencia.

***

Robin, pacientemente, pasaba un paño húmedo por la piel de la chica que descansaba en la cama respirando pesadamente. No podía dejar de sentir pena por la pobre chica.

Nuevamente ese hombre había venido a pasarse unos días y, como siempre, había solicitado ver a Ann de primera.

La pelinegra agradeció que le fuera conferido el cargo de cuidar de ella, así podría sanarle las heridas que quedaban luego de que él la visitara. En el poco tiempo que llevaba cuidando de ella el cuerpo de Ann había mejorado, los moretones desaparecían y las heridas curaban mas rapidamente.

Sin embargo el corazón de la fémina estaba destrozado. Robin intentaba animarla contandole alguna que otra hostoria pero era tiempo perdido.

Robin rezaba para que el tiempo que pasaría en la casa fuera corto, no quería escuchar como Ann sufría estando ella presente. Lo peor era que se sentía completamente impotente por no poder hacer nada, al menos por el momento.

-Duele.- susurró Ann.

-Lo sé, pero deberás aguantar un poco más, todo terminará pronto.

-¿Cuando? Ya no tengo esperanzas Robin, llevo tres años encerrada aqui abajo.- habló con los labios resecos.- Si hubiera una esperanza, al menos una...

Tenía ganas de llorar pero incluso eso le era doloroso. Las cadenas que colgaban de sus muñecas pesaban, prácticamente no tenía fuerzas para levantarse gracias a ellas.

-Law.- mencionó Robin.

La mirada de Ann se llenó de brillo repentinamente, miró la sonrisa maternal que le brindaba Robin y los ojos se le llenaron de lágrimas. Por años había esperado escuchar ese nombre de los labios de alguien.

-Él vendrá ¿cierto?

-Si.- asintió y quedaron en silencio por unos instantes. Luego de que terminara de desinfectar las heridas volvió a hablar.- ¿Quieres ir a darte un baño? Él aún duerme así que puedes salir por unos momentos.

-Jamás he salido de aquí desde que llegué ¿Estás segura?

La pelinegra asintió con confianza, tenía las llaves de las cadenas así que podía permitirse ese privilegio. Cuidaría de Ann hasta que pudiera sacarla de aquel lugar.

Mentiras [Zoro x Lectora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora