Capítulo 5

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Una semana después me encontraba en un coche de camino a la mansión a las afueras de Seattle. Me había venido a recoger un miembro de la facción combate que, como me explicó, son los que se encargaban de la seguridad en la mansión. Me pasé el viaje nerviosa, expectante en lo referente a que me iba a encontrar allí.

La presencia del Alpha en la misma casa era intimidante. Me pregunté como sería y como se relacionaría con los demás. La identidad del Alpha no se mantenía en secreto, ni mucho menos, pero era raro que abandonase la mansión en Seattle, por seguridad. Aunque nuestra manada era la más grande de EEUU, abarcando casi todo el territorio, había manadas más pequeñas luchando por ponerse por encima.

- Ya hemos llegado - dijo Seth, el lobo que me había traído, aparcando el todoterreno.

Mi misión aquí no era complicada, simplemente hacer uso de los dones con los que nací y trabajar como sanadora para la manada. No era capaz de curar con magia las heridas, pero era capaz de influir en las emociones, lo que era útil para relajar a un soldado que gritaba de dolor. Esto, acompañado de mi formación teórica en la rama sanitaria, me daba el poder de atender a los heridos.

Bajé del coche y apoyé mis botas de tacón en el suelo empedrado, que formaba un camino hasta la entrada. Me dirigí hacia el maletero para coger el equipaje.

- Se las llevaré yo después, señorita-comentó Seth

Le miré frunciendo el cejo.

- Soy capaz de cargar sola con mis cosas.

- Órdenes- dijo mientras me hacia un gesto hacia la casa.

Suspiré frustrada y me encaminé hacia la puerta de la entrada. El terreno de la casa era enorme, tanto que los limites laterales no estaban a la vista, ya que ambos lados estaban rodeados por bosques frondosos. Mi loba se revolvió, ansiosa ante la idea de correr por allí y descubrir donde estaba el final. Rodeé la fuente que se encontraba en medio del camino, en la cual estaba representado un lobo aullando. Continué hasta la puerta de varios metros de alto, de color negra. La fachada de la casa era de piedra lisa, de un beis apagado. Estiré la mano para llamar cuando se abrió de repente.

- ¿Tú debes de ser Sienna? - preguntó un chico atractivo, de pelo moreno a la altura de los hombros, con el cabello medio recogido en un moño.
Bajé la mano que tenía alzada.

- ¿ Y tú eres ?

Estiró los labios formando una sonrisa perezosa.

- Puedo ser lo que tú quieras- respondió mirándome de arriba a abajo.

Puse los ojos en blanco ante el pésimo intento de ligar.

- Ven, te enseño tu habitación.

Le seguí un poco nerviosa y emocionada. Nos dirigíamos a las escaleras, las cuales llegaban a la mitad y se dividían en dos sentidos. Seguimos hacia la derecha y recorrimos un pasillo. Se paró al final del mismo y me indicó con la cabeza que pasase.
Me adelanté a él y abrí la puerta.
Solté un gritito ahogado al echarle un vistazo a la habitación. Mi antiguo cuarto parecía una jaula en comparación con este. La habitación estaba pintada de blanco y el suelo estaba cubierto de moqueta gris. En la pared de la derecha, se encontraba una cama con dosel de matrimonio. Me acerqué a ella y pase las manos por la suave colcha. A cada lado de la cama se encontraba una mesilla de noche. En la pared de enfrente, había una televisión de pantalla plana y en el medio de la habitación un sofá gigante de color blanco.

- Es...excesivo

El chico entró en la habitación y sonrió abiertamente. Me fijé en el tatuaje que rodeaba su bíceps, dos rayas negras, la de arriba más delgada que la de abajo

- Si crees que es muy grande, puedo venir a hacerte compañía .

- Creo que me las apañaré sin tu ayuda - dije sonriendo- bonito tatuaje, por cierto.

Se miro el brazo y hincho el pecho con orgullo.

- Este tatuaje significa que perteneces al círculo íntimo del Alpha - dijo elevando el mentón.

- ¿Ah, si? - dije meneando la cabeza.

- Preciosa, estás ante él Beta de la Manada del Oeste -dijo cruzando los brazos.

- Vaya...

Entendía por que estaba orgulloso. El Beta en la manada era el siguiente con más poder detrás del Alpha. Era una posición poderosa y que demostraba a todo el que lo supiese, lo importante que era para el Alpha.
Me dirigí hacia las puertas de cristal y salí al balcón. Las vistas eran impresionantes, lo único que se veía era un claro lleno de hierba y después todo árboles.
Mi loba se volvió a remover, desesperada por liberarse.

- Aunque haya muchas habitaciones, están la mayor parte vacías, así que no te preocupes por el tema de la intimidad.- me informó mientras se unía a mi en el balcón- deberías de descansar, mañana tenemos una reunión. Allí se te informará de todo.

Asentí de acuerdo. Notaba como el cansancio se apoderaba de mi. Mire el bosque con añoranza y admití que lo mejor era irme a dormir y dejar el paseo para mañana.

- Mi nombre es Aiden, por cierto.- dijo después de un momento de silencio.

- Encantada, Aiden.

- Te enseño un poco más de la casa y ya te dejo descansar.

Eche un último vistazo al bosque y le seguí hacia el interior. Después de una hora, en la que me enseño las salas principales de la casa y donde se encontraba la enfermería, regrese a la habitación agotada.
Me tumbé en la cama y me fijé en el espejo que estaba colocado en el techo. Me sonroje al darme cuenta de la utilidad del mismo.
Definitivamente, le daba las gracias al que lo hubiese colocado ahí. Me puse de lado y en cuanto cerré los ojos, caí rendida en un sueño profundo.

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⏰ Última actualización: May 27, 2021 ⏰

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