La criatura

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Pataleó desesperado tratando de alejarse del monstruo que se giraba para nadar hacia él. No había soltado el arpón y trató de defenderse, pero de un mordisco repleto de colmillos se lo arrancó y sus garras lo rodearon. Cerró los ojos para al menos no ver su final y en eso sintió una sacudida. La criatura fue embestida por otra y el movimiento lo hizo sacar el aire por la sorpresa, y también hacerlo impactar contra las rocas del piso marino. Antes de perder el conocimiento alcanzó a ver un borrón verdoso.

El dolor de cabeza era insoportable. Con el oído derecho escuchaba un pitido; sentía todo el cuerpo adolorido y la boca seca. Lentamente abrió los ojos, una luz tenue lo rodeaba. Descubrió que estaba en una especie de caverna submarina, anémonas bioluminiscentes iluminaban el espacio. Sacó los pies del agua, una fosa de varios metros en el suelo de la caverna. Miró a su alrededor, no era muy grande ese lugar, y no había más salida que aquella fosa. Se preguntó cómo es que había suficiente oxígeno, aunque luego se dio cuenta de que aún más extraño era cómo había sobrevivido el ataque y llegado ahí.

Del agua surgió una cabeza gigante.

—Ah, qué bien, estás despierto —dijo.

A Katsuki el grito se le atoró en la garganta y retrocedió como cangrejo impulsándose con las piernas para intentar alejarse y su espalda chocó con la pared.

La criatura que acababa de asomarse no era tan distinta a la que lo había atacado, aunque sí parecían más humanas sus facciones, las orejas eran aletas, en su rostro tenía escamas y puntitos que brillaban de color dorado con el reflejo de las anémonas y al sonreír una hilera de dientes afilados brilló. Su cabello verde, como algas recortadas sobre su cabeza era del mismo color que sus ojos. También era más pequeña que el otro ser que lo había intentado devorar, aun así, su sola cabeza era casi tres veces más grande que la de Katsuki. El monstruo se rio.

—Tranquilo. No te voy a comer.

Salió un poco más del agua, aferrándose del borde para sacar el resto de su torso, dejando únicamente su cola dentro de la fosa y estirando el brazo le extendió a Katsuki un pescado.

—¿Tienes hambre? —preguntó. Al ver que Katsuki miraba el pescado con temor y se pegaba más a la pared, se puso serio, se encogió de hombros y se echó el pescado a la boca y se lo tragó casi sin masticarlo—. Pensé que los de tu raza comían pescado. Soy Izuku, ¿tú cómo te llamas?

Katsuki parpadeó despacio y decidió que, si se lo iba a comer, al menos iba a ser sabiendo su nombre. Se intentó incorporar, pero se mareo así que sólo se puso derecho y habló tratando de sonar seguro de sí mismo.

—Soy Katsuki Bakugou, de la isla Yuei.

Izuku volvió a sonreír. Al humano le pareció de pronto que era mucho menos atemorizante ahora que lo miraba bien.

—Gusto en conocerte Kachuki.

—Katsuki —corrigió molesto.

—Katchuki. ¿Kacchan?

—Kat-su-ki —repitió remarcando cada sílaba.

—Kachtuki. ¿Kacchan?

Derrotado, el recién bautizado por el monstruo Kacchan, suspiró.

—Vale. Kacchan. —Izuku agitó su cola, salpicando algo de agua para mostrar su contento de que el humano aceptara el nombre— Si no me vas a comer ¿Qué estoy haciendo aquí?

—Te salvé.

Katsuki alzó la ceja.

—¿Para qué? ¿Para comerme luego?

Monstruos en el mar (DekuKatsu/KatsuDeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora