Capítulo 8

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Un crujido se cuela en mi oído cuando estoy tratando de dibujar, alzo la cabeza y veo a Zela con una bolsa grande de Cheetos sobre su regazo pendiente de lo que estoy diseñando en la tableta, al darse cuenta, me sonríe con inocencia.

—¿Quieres un dedo de queso?

Pestañea como si eso pudiera borrar mi mueca.

—¿Dónde acabo la chica que evita las frituras? —me burlo.

La morena encoge de hombres y se lleva otro cheeto a la boca.

—Eso fue hace dos años, no me juzgues por estar hambrienta.

Una tercera silueta se cuela en la habitación.

—La cena ya está lista.

Giro la cabeza encontrándome con Rebel utilizando un mandil y las mejillas manchadas de salsa.

Sonrío por inercia al estar viviendo con este par de chifladas. No me imaginé que terminara contando con excelentes personas.

—Espero que sea lasaña.

—¿O pizza?

—Zela, has estado consumiendo chatarra.

Zela señala a Rebel.

—Es su culpa, nos consiente.

—El que te consiente es Mick.

Enseguida comienza a ahogarse con un cheeto por lo que tenemos que auxiliarla. Enarco una ceja con la expresión confundida.

¿Qué pasó?

—Rebel, cierra el pico.

No entiendo.

—Necesito, contexto.

Rebel presiona los labios negando con la cabeza.

Recalco, mis amigas están locas y así las amo.

Heidi| Extra Los cuervos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora