Capítulo 5

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Heidi 17 años

Escucho la discusión del otro lado de mi habitación, las voces llegan como eco. Dominik y mi padre han estado en malos términos últimamente, sé muy poco lo que ocurre, ni mi madre y Aníbal quieren contarme lo que sucede. Abrazo con fuerza el peluche ocultando mi cara entre las almohadas, estas vacaciones debían ser divertidas, no un caos.

Las gotas de lluvia caen del otro lado de la ventana golpeando con fuerza el cristal. Por fortuna no hay truenos y relámpagos.

Tanteo la cama en busca de mi celular al vibrar, me limpio las lagrimas y sonrío en automático al ver el nombre de Ian en la pantalla.

Ian

Hola, pequitas, ¿cómo estás?

Heidi

Como siempre, encerrada en mi habitación evitando las discusiones.

Ian

¿Otra vez?, ¿estás bien?

Heidi

No, desde que ellos empezaron no estoy bien, nadie quiere contarme que es lo que sucede, ¿Aníbal te ha dicho sobre el tema? Porque he tratado de sacarle el tema.

Ian

Nada.

¿Quieres que vaya? Puedo inventar una excusa para estar ahí.

Heidi

No te preocupes, estaré bien. Son vacaciones y deberías pasarla con tu familia en lo que queda antes de regresar a Berlín. :D

Ian

Oh, por favor. No te hagas, Heidi. Iré a verte y mientras me las ingeniaré para escalar hacia tu ventana. Ruega para que no termine estampado en el césped. Llego en quince minutos.

Abro la boca perpleja al releer su mensaje. Está demente, aunque suene tentador, lo menos que quiero es ser atrapados in fraganti. Bueno, no es como si hiciéramos travesuras pícaras, por lo regular compartimos un libro, jugamos videojuegos y a veces es mi único publico cuando toco la gaita.

Soy un desastre, él dice todo lo contrario porque me quiere, pero sus reacciones son de espanto.

Hay que ser sinceros, soy-un-as-co.

Los minutos pasan y no puedo despegar la mirada de la ventana, he puesto música para no escuchar el ajetreo que prosigue y le he pasado seguro a la puerta. Tiempo después, Ian avisa que ha llegado.

Asomo medio cuerpo por la ventana y evito reírme al verle trepar entre las ramas como si fuera Tarzán. Oh, las cosas que hace uno por amor, ja.

Ian se resbala un par de veces causándome infartos del susto. Puedo respirar con tranquilidad al llegar a salvo al balcón. Está empapado de pies a cabeza.

—Sí que estás loco.

—Gracias —me estampa sus labios sobre la frente —yo también te quiero.

Blanqueo los ojos y le invito entrar cerrando la ventana tras mi espalda. Se aparta los zapatos y calcetines dejándolos en un rincón.

—Creo que deberías quitarte la ropa —murmuro al verle esparcir gotas de lluvia en el piso. Al darme cuenta en la manera que lo he soltado, Ian enarca una ceja coqueta —. Mierda, no me refiero a que quiero verte sin ella, es decir, sí, ¿por qué no?, uh, demonios, no me hagas tanto caso.

Le doy la espalda caminando hacia la cama donde me tumbo.

Ahogo un chillido que retiene la almohada al verle retirarse la camisa exponiendo su torso, me muerdo la lengua para no soltar un comentario fuera de lugar, joder, es que él es tan guapo sin necesidad de tener un abdomen como esos modelos que están 24 horas en el gimnasio.

Heidi| Extra Los cuervos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora