Capítulo 4: "Sentimientos encontrados"

19 4 0
                                    


Es mi hermano, adoptivo, pero mi hermano en fin. Lo amo demasiado, pero no creo que esos sentimientos sean románticos, son familiares. Por suerte, pude detenerme antes de hacer algo incorrecto, y me eché para atrás. Rápidamente, antes de que se fuera, le dije:

Luc, te tengo que decir algo serio. Necesito saberlo y no te enojes ni te vayas. Como verás no puedo perseguirte. -Apunté a mi tobillo, para que se diera cuenta a lo que me refería.-

¿Qué?

Cuando me sacaste la salsa de la boca...

Sí...- dijo intrigado.

Te encantó cuando me acerqué a vos, ¿no?- lo miré con esa mirada que sé que lo vuelve loco.

Ya quisieras.- dijo mordiéndose los labios, riendo y se fue a su cuarto.


Mañana por la noche va a haber una gran fiesta en la casa de Ethan, un chico que viene conmigo al curso. A Luc no le cae bien, no sé por qué. Sé que no va a querer venir a la fiesta, pero, tenemos que salir un poco de esta casa de locos y además sé que no me va a dejar ir sola.

Ethan fue mi primer amor, al igual que mi primer beso. En esa época, yo estaba enamoradísima de él ya que sus ojos color verde hacían que yo me volviera loca. En una fiesta de 7mo grado estábamos hablando y casi sin pensarlo nos besamos mucho por unos cuantos minutos. No fue nada mágico ni especial, pero como en ese momento yo estaba muerta con él, ese beso fue muy importante.

Esa noche, cuando volví a la casa, le grité a medio mundo lo que había pasado, porque no daba más de emoción. Después tuvimos algunos acercamientos a lo largo de los años, pero nunca fue nada serio.

En esos años, Luc se agarró a las piñas con Ethan. No sé por qué, pero luego de eso, su amistad nunca volvió a ser lo mismo.

Ethan es alto, moreno, de ojos verdes y pelo marrón oscuro.

Fui al cuarto de Luc a invitarlo a ir a la fiesta conmigo, solo para subirle el ánimo y como supuse, dijo que no. Por eso tenía mi plan B, que era decirle que si decía que no, iba a ir sola. No resultó como esperaba, porque no quiso venir igualmente. Yo estaba dispuesta a ir a la fiesta de todos modos porque necesitaba salir de la casa.

Cuando me preparé para la fiesta, al elegir mi ropa, me miré al espejo y ví que tenía marcas y moretones en los brazos a causa de papá. Tenía que cubrirlos de algún modo, lo que falta es que metan a Adam en la cárcel.

Me observaba para ver qué me ponía y miré mi pelo, largo y castaño. No sabía cómo peinarme. Mis ojos verdes, iguales a los de mi padre, odiaba verlos en mi cara. Soy muy bajita, pero no me disgusta porque ya me acostumbré. Además, no por ser bajita soy controlable. Soy indomable. Eso es lo que siempre me dicen.

Finalmente me puse un vestido negro, corto y ajustado al cuerpo. Me pinté los labios de rojo furioso. Tenía una cartera plateada y unos tacos rojos. Y me dejé el pelo suelto.

Estaba por salir y en la cocina ví a mi hermano. Lo pasé a saludar, pero antes de que pudiera hacerlo, me quedó mirando como si nunca me hubiera visto con vestido. Me miró de arriba a abajo sin decir una palabra. Yo le hablaba, pero parecía en otro mundo, porque no me respondía. En ese momento dijo:

No podés ir vestida así.

Yo voy a ir vestida como quiero. Qué me venís a mandonear, por lo que sé, yo soy la que controla mi vida.

Contra la CorrienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora