Estaba en el autobús escuchando música. Me dirigía a Londres, iba a visitar a mi tía. Vivía en un pueblo del sur de Inglaterra y siempre, por las vacaciones, la iba a ver, y allí me quedaba unas semanas.
Cuando el autobús paró, me encontré en una de las estaciones de Londres.
No tenía muchas ganas de estar allí, pues no tenía amigos, y todos me miraban extraño.
Salí de la estación y busqué un taxi libre, pero no había ninguno, asi que tuve que ir andando.
Iba escuchando música y mirando al suelo. De repente, me choqué contra algo o alguien.
Caí al suelo.
Me levanté con un poco de dificultad. Y empecé a coger la cosas que se me habían caído.
-Lo siento mucho-dijo alguien.
Levanté la vista y no me lo podía creer, había soñado muchas veces con ese momento, pero no pensé que se haría realidad. Delante mío estaba nada más, ni nada menos que mi ídolo Thomas Brodie Sangster.
Empecé a temblar, e iba a gritar cuando Thomas me puso su dedo en la comisura de mis labios, como señal de que guardase silencio.
-No grites por favor-dijo él.
Yo asentí con la cabeza y Thomas comenzó a quitar muy lentamente su dedo de mis labios. Luego comenzó a recoger mis cosas.
Yo me había quedado de piedra.
Él se levantó y ne preguntó si estaba bien.
Yo me empece a marear, Thomas estaba ahí, había recogido parte de mis cosas y me pregunta si estaba bien.
Era demasiado para mi.
El mundo se me echó encima y el mareo aumentaba.
Caí en el frío suelo de la calle y perdí el conocimiento.
