Dios te castigó dos veces, así que espero que tus alas sean tan blancas como tu piel.
Dios te castigó dos veces, así que espero que no te vuelva a herir.
Dios te castigó dos veces, primero dándote una enfermedad incurable. Luego al parecer no se quedó satisfecho al ver que no morías rápidamente y dobló la apuesta dándote otra enfermedad incluso más complicada.
Dios te castigó dos veces, pero tú sigues con esa hermosa sonrisa en tu rostro.
Dios te castigó dos veces, pero aun así estabas lleno de esperanza.
Odio a Dios, por hacer que una persona tan buena como tú sufriera de tal forma.
Odio a Dios, porque cortó tus alas antes de que pudieras usarlas.
Odio a Dios, porque me arrebató mi fuente de energía.
Odio a Dios, porque tú lo único que querías era ser libre, y en cambio te encerró en cuatro paredes blancas, tan blancas como tu piel, los últimos días de tu vida.