Mi corazón no había dejado de estar en una constante tormenta en el mar, las olas chocaban contra él y hacía que todo mi cuerpo doliera arrebatándome toda la energía.
Sin embargo, sabía que debía hacer algo por ti, así como aún tenía presente el dolor de tu perdida, también tenía presente la promesa que hicimos un caluroso día de verano, la última vez que nos encontramos en el aula.
Yo estaba desolada. Era el último día que te vería ya que el día siguiente empezaban las vacaciones de mitad de año, y en ese momento tendrías que partir para hospedarte en el hospital.
Tocamos por última vez la canción en dúo que tanto nos había costado perfeccionar, yo toqué la primera canción que me enseñaste, y tú la primera canción que tocaste para mí. El ambiente estaba lleno de la palabra "despedida" y aun así yo tenía la esperanza de volver a verte algún día.
Eso lo sabías perfectamente, así que aún sabiendo que no me podías hacer prometer tal cosa, lo hiciste para avivar las esperanzas que tenía, porque eso me haría levantar el ánimo.
Cuando sonó la campana del final de receso, mis ojos estaban llenos de lágrimas, no quería separarme de ti. Entonces, limpiaste mis lágrimas con tal suavidad que me dio vergüenza mirarte a los ojos, extendiste tu dedo meñique y recitaste las siguientes palabras.
"Cuando vuelva, prométeme que me dejarás oír esa melodía que tanto te gusta de tus propios dedos. Nos volveremos a encontrar aquí, así que sigue practicando hasta que llegue el día en que podamos volver a vernos"
En mi cabeza todavía resuena tu dulce voz, dándome los ánimos que necesitaba recuperar en ese momento y que aún tienen el mismo efecto en mí que aquella vez. Una sonrisa melancólica se dibuja en mi rostro cada vez que te escucho en mis pensamientos.
Así, empecé a tocar el piano de nuevo, volví a reconstruir los recuerdos que una vez tuve contigo, y se reflejaron nuevamente en la decoración del aula. Cada día iba a practicar la melodía que me mostraste, esperando poder tocarla antes de que se acabara el receso. Iba mejorando con tu voz alentándome en mi cabeza, recordando las primeras veces que empecé a tocar.
No fue de un día para otro, pero sentí que todo pasó muy rápido, de pronto ya sabía tocar casi tan perfectamente como tú lo hacías, y por un momento me creí las palabras que dijiste de que yo era una persona con un talento innato.
Hoy, toco esta melodía para que llegue al cielo, esperando que puedas oírla desde ahí para que sepas que pasar tus últimos días enseñando a una estúpida niñita a tocar el piano no fue en vano. Para que sepas lo mucho que te atesoré y lo mucho que te tengo en cuenta. Aún si pasan milenios e incluso no te puedo encontrar en el mas allá, seguiré tocando para encontrarte.
Es gracioso como esta canción realmente pueda parecer una ridiculez para otras personas por el contexto en el que está, pero aun así nosotros le dimos un significado tan profundo como el mar en el que me encontraba. Ahora está tan calmo que parece mentira el alguna vez haberte conocido...
Seguí viendo el video que antes veía donde tocaban la canción tan perfectamente, sin embargo nada se comparaba a cómo me sentí aquel día contigo.
Siempre me caracterizaste como alguien que nunca se rinde, así que quiero hacerle honor a esas palabras cumpliendo tus expectativas.
Así, tal vez un día pueda volver a verte y, finalmente, tocar esta melodía teniéndote frente a frente.