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—–Fue una vez el samurái más despiadado y violento que el mundo pudo haber visto... Ahora es una leyenda, quizá un mito... Conocido también como... —titubeó un poco antes de responder. —–El segundo fantasma heroico...
Sojiro tragó saliva después de pronunciar sus oraciones mentalmente, juntando las cejas con preocupación. Realmente le espantaba un poco el tan sólo mencionarlo. Sintió la mirada de cada uno de los presentes, algunos, como en el caso de su hermano mayor, Wang, mostraba preocupación. Claramente él era conocedor de esa leyenda también, todo clan o familia con raíces samurái debía saberlo; también reconoció la preocupación en Meiko, aunque esta misma únicamente se dedicó a juntar las cejas con lentitud para después desviar la mirada un instante. Kai estaba estupefacto, principalmente porque de todos los presentes él era el único que no sabía de lo que hablaban, aunque bueno, siendo sinceros Kai pocas veces sabe de lo que hablan en realidad, él prefiere vivir feliz aunque sea en ignorancia. Nami, por su lado, lo observaba como a un bicho raro, pero su expresión no tardó en cambiar a una más indiferente, girándose a ver hacia el frente para activar su byakugan. Seguramente su objetivo era encontrar una salida.
Él esperó a ver su expresión al descubrir que de hecho, en esos laberintos, ni siquiera un dojutsu ocular podría ayudarlos. La salida debían encontrarla por ellos mismos.
—–Eso es inútil. Al menos aquí.—exclamó Sojiro, desviando su mirada de Nami hacia los demás, para indicarles con la cabeza que debían seguir caminando.—–Por suerte para ustedes, conozco estos túneles así que, los puedo guiar a la salida.—murmuró, escuchando pronto los pasos de los demás presentes.—–Este lugar está impregnado de chakra que aún sigue vigente de alguna extraña manera, pese a que Feng Otohiko murió hace como... No lo sé, ¿Como quinientos años...?
—–¿Qué eso no es científicamente imposible?—cuestionó Nami, como siempre, queriendo tener respuestas más razonables.
—–El clan Dai no cree mucho en la ciencia, Nami... Es decir, nos basamos más en nuestras propias creencias y leyendas.—habló Meiko, caminando al lado de su cuñado mayor, Kai iba a su lado.—–Entiendo que no creas... en nuestras supersticiones pero... Eso no va a cambiar nuestro pensamiento.
Nami simplemente se dignó a ver a Meiko por un momento, de reojo, frunciendo su ceño un poco después y arrugando su nariz. De repente se había molestado, porque se estaba cansando de la actitud tan pasiva y molesta de parte de su compañera. No entendía porqué quería refutarla todo el tiempo, ella no solía comportarse así, pero esta vez, le molestaba.
Todos sabemos que Nami cuenta con un carácter fuerte. Además no está acostumbrada a que Meiko se muestre en desacuerdo con ella, y aunque sea en parte una intención egoísta realmente no quería escucharla. Estaba cansada, necesitaba dormir con urgencia, no necesitaba sermones. Mucho menos de ella, ¡estaba harta de escucharla!
