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Al lanzar la primera flecha, la mujer de cabello desordenado se acomodó la bufanda que cubría desde su cuello hasta su nariz. Dejó que sus labios soltaran una leve exhalación, y con cuidado soltó la cuerda para recargar nuevamente el arco. Los guantes de sus manos la incomodaban un poco porque prefería manejar el arco y la flecha con las manos desnudas; pero esta vez no podía darse ese placer, porque había bañado todas esas flechas en un veneno que extrajo de alguna hiedra venenosa hace ya tiempo. Desde la primera flecha lanzada, hasta las mismas otras veinte flechas que estaba a punto de lanzar.
—–No crean que se han salvado de nosotros, mocosos.—soltó en un tono burlón y mostrando una sonrisa victoriosa.—–¿Estás seguro de que esto servirá para retrasarlos?
Ella no estaba sola. Sus compañeros de fechorías, y bueno, su superior, estaban presentes, aunque en el suelo, mientras que ella estaba posada sobre una rama de árbol, apresurándose a lanzar varias flechas juntas, con mucha precisión. Tanto ella como sus compañeros estaban conscientes de que la diferencia de distancia entre ellos y nuestros queridos protagonistas era bastante amplia, pero de todas formas, tenían bien claras sus habilidades, y con ellas sabían también que podrían contrarrestar eso mismo. La única mujer del grupo, de la que se desconocía su nombre y únicamente se le conocía por su apodo "Göl" tenía una puntería perfecta, además, de que gracias a su manejo de chakra las flechas podía lanzarlas desde larga distancia y sin preocuparse porque no acertara, después de todo ya había lanzado varias. Si alguna acertaba, de todas formas se guiarían por los desastres que seguramente iban a causar a su paso, como rajar los troncos de los árboles, o cortar hojas. En sí, con marcar los árboles sería suficiente, sí se detenían en un lugar, se darían cuenta hacia donde fueron.
Ellos eran bueno siguiendo rastros. No necesitaban ningún rastreador o algo por el estilo, con sólo buscar huellas o ver una hoja, se darían cuenta hacia donde irían.
—–No será necesario retrasarlos.—exclamó, estando sobre los hombros del bodoque, el tipo de estatura enana.—–Ya sabemos su destino. Lo importante es que los atrapemos y matarlos antes de que lleguen a los dominios de Konoha.
—–¿Está seguro de que ese paquete nos devolverá la gloria que merecemos, está seguro de que así nos reconocerán como los mejores ladrones?—cuestionó con entusiasmo el más grande, quien tenía cargado al su jefe sobre sus hombros.
El más grande comenzó a saltar con emoción mientras hablaba, y esperaba a la respuesta de su querido jefe, el más pequeño. No obstante, el más pequeño y el mayor le dio un leve golpe en la cabeza para que se detuviera, antes de regañarlo.
