Capitulo 4

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Carla Rosón

Mire la hora en mi celular por segunda vez, nerviosa por empezar en un nuevo instituto, mi estómago se revolvía. Mire al chófer, esta mañana mi padre me había dado el sermón del siglo al saber que por poco no lograba entrar al instituto, pero agradecía – de mala manera – que por lo menos allá podido ingresar. No era novedad entre todos los empleados el trato que me tenía.

Teníamos dinero por los poros, mi padre tenía un cargo alto, pero siempre me negaba las cosas desde que mi madre murió, y no iba a utilizar el dinero de mi madre aún. Ser hija ilegítima era difícil después de todo. Pero, la persona que fue infiel fue mi madre, así que por ello su odio era arremetido hacia mi. Tenía que valermelas por mi misma, tenía que estar detrás de mi hermana para que la sociedad no se diera cuenta de que solo él beneficiaba a una de sus hijas, su más grande adoración: "Mi hermana mayor". Aún así, no hacía falta decir que al ser la menor, la que siempre recibió humillaciones desde sus pequeña, golpes y malos tratos; era el estorbo para él. Mi inseguridad a veces venía por eso.

— Señorita, hemos llegado. — el chófer baja del auto y abre mi puerta.

— No debía hacer eso. — susurré incómoda por esa acción, tome mi mochila en manos y la coloque en mi hombro, el uniforme era un tanto incómodo — Gracias.

— La recogeré al finalizar la jornada, órdenes de su padre. — dice para subir de nuevo al auto y alejarse de la entrada.

Varias personas miraron hacia su dirección y como no, la de mi hermana la cual ya estaba a unos metros a mi lado bajando de un auto similar al mío. Su sonrisa encantadora que conseguía lo que se propusiera se plasmó en su rostro se acercó a mi lado, entrelazó nuestros brazos y tiro de mi.

— Muévete. — ordena entre dientes sin borrar su sonrisa.

Fruncí mi ceño. — ¿Qué haces? Creí que...

Me interrumpe parando nuestro camino. — La familia, no se deja de lado. — espeta — Aunque yo no te considero mi familia, papá me obligó a hacerlo para que no se creen chismes, ¿Entiendes?

Tiré mi brazo alejándolo del de ella.

— Déjame, yo veré qué hago... Además creo que tu imagen se vería "manchada" — más de lo que está, pense — Si te vieran a mi lado.

Su sonrisa se borra. — Deja de lado tú coraje que no tienes, vas a mi lado y punto. — vuelve a tomar mi brazo, siento sus uñas en el, ahogo la mueca de dolor y la sigo — No era tan difícil después de todo, no eres nadie, así que ahórrate las ganas de enfrentarme.

Tense mi mandíbula molesta.

— No se porque te empeñas en arruinar mi vida. — susurré.

— Te quiero ver en la inmunda, no ves como me divierte hacerlo. — suelta una risita.

Caminamos hasta el interior del instituto, varias personas bajaba de sus autos, otros con chofer, y chicos en motocicletas de última gama dando a conocer el dinero que poseían. Rubias, castañas, morenas, altas, bajas, esbeltas, superiores, eran las chicas que veía a mi alrededor. Ninguna parecía tener una pizca de sencillez.

Los chicos por otro lado, miraban a todos como seres superiores "dioses", guapos, corpulentos, musculosos, de rostros perfectos, altos, morenos y de tez blanca, rubios, castaños y de pelo negro. Incluso un chico de pelo rojo era bastante guapo con un piercing en su labio inferior.

¿Acaso todos acá eran tan perfectos?

« No existe la perfección en el mundo »

Creo que en esta parte del mundo, sí existe.

Adap de Cruzando limites CarmuelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora