[1- Juicio]

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6 de marzo, 2019

Nyx Jones

—Todas las pruebas visibles y escritas me llevan a concluir que usted señora, Alba Smith, es penalmente responsable del delito de tráfico de menores, robo y agresión hacia la señorita Nyx Jones. Es por ello que debe dictarse sentencia condenatoria en su contra. Queda sentenciada con 27 años de prisión. Declaro cerrada la presente audiencia. —El juez golpea el martillo y se levanta para salir del estrado.

Cierro los ojos con una sonrisa mientras todo mi cuerpo se llena de un profundo alivio al escuchar esas palabras. Junto mis manos en mi pecho, agradeciendo este momento en silencio. No da un cierre total, pero se acerca al final de todo. Un paso a la paz.

Un nudo en mi garganta se abre paso luego, queriendo llorar por el alivio que me corroe.

Y, cuando me atrevo a abrir los ojos en dirección a la acusada, me encuentro con que dos policías se encargan de esposarla, mientras que ella está rogando con gritos desgarradores al juez para que regrese, asegurando que lo que decidió es una equivocación, pero claramente, en vano. El maquillaje en sus ojos mancha su rostro de negro cuando las lágrimas lo arrastran por lo largo de sus mejillas. Tironea con fuerza su cuerpo para salir del agarre de aquellos dos hombres que empiezan a arrastrarla al no querer cooperar y caminar por su cuenta. Los sigo con la mirada se acercan cada vez más a mi posición y cuando ella logra verme, se pone de pie, enderezándose y clavándose en el lugar con la mirada acusadora y llena de enojo, todo para mí.

Me gustaría sonreírle con suficiencia, decirle que obtiene lo que merece, pero no puedo imaginarme alzando las comisuras de mis labios. Aún sigo afectada por lo que hizo, además de asustada porque esto sea un sueño o que, por alguna razón huya y no vuelvan a encontrarla por largo rato. Tenerla en frente después de tantos años y después de lo que hizo me da escalofríos. Alba está rodeada de maldad y esa maldad se siente en el aire. Me hace mantenerme alerta, analizando todo a nuestro alrededor, estando preparada para prevenir o actuar si algo sucede.

Me mira en silencio y sabe lo que hace. Infunde miedo al verme fijamente a los ojos. Tal vez en otra situación no podría con un duelo de miradas, pero ¿en ésta? Hago lo imposible por mantenerla.

Fred, mi abogado y padre adoptivo, hace su acto de presencia al colocar su mano en mi hombro, dándome su apoyo, como siempre.

Alba, trata de peinarse con ambas manos, ya que las esposas impiden que pueda separarlas, también se pasa las manos en la cara tratando de quitar sus lágrimas, sin embargo, aumenta el desastre del maquillaje.

No puedo evitar hacerle un repaso a su persona. Su rostro rectangular que se disimula por su corto corte de cabello, el cual es de un color rubio dorado que cuida con extremo. Tiene unos ojos azules, que más presume y algunos lunares que adornan lo clara de su tez blanca.

No somos parecidas en nada, eso me lleva a pensar en que mis características físicas las heredé del donador de esperma que, o nunca se enteró de nosotros, o simplemente no quiso hacerse cargo. Sinceramente no sé nada de él y no quiero saberlo. Gracias a la que haya sido su decisión hace 24 años, se la agradezco, de lo contrario, es probable que no hubiese conocido a Fred.

Temo pensar en los hubieses.

—No te alivies tanto, después de todo soy la única que puede ayudarte. Recuerda eso. —Me guiña un ojo, tratando de volver a verse fuerte, a la vez que sonríe con maldad incrustada en sus facciones.

Aquella frase me devuelve al presente, sintiendo quemazón en el tatuaje ubicado en mi muñeca derecha por la parte interna, pero lo ignoro ya que no voy a mostrarle cuánto me afectó aquel comentario, ni mucho menos que tiene razón, por lo que no bajo la mirada y me obligo a alejar el malestar, colocándome en una postura un poco más firme.

Sobre hielo y secretos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora