Sobre hielo y secretos.

[2-Idealización]

7 de marzo, 2019.

Invento tantas historias románticas en mi cabeza en cada momento del día. A veces duchándome, otras lavando los utensilios de cocina, limpiando, cuando trabajo o de camino a algún lado mientras observaba a las personas y pensaba en que no solo pasaban por ahí, sino que me gustaba imaginarme historias sobre estos desconocidos. Pensaba en cuántas de las persona que veía estaban profundamente enamoradas, cuántas se iban a casa siendo recibidos por su pareja, cuántas tenían planes de boda o de formar una familia o irían a una cita, sin embargo, también pensaba lo opuesto, que otro porcentaje sufría o sufrió alguna decepción amorosa, pero, ante pensamientos tristes, cambiaba el final de la historia y me imaginaba que cada desconocido que parecía decaído, al final del día se toparía con alguien que se le caerían hojas, cuadernos o el café encima del otro, se reirían del desafortunado suceso e intercambiaban números para luego casarse y ser felices juntos.

Me gusta darles un final feliz a todos porque yo no lo tuve en su momento cuando creí que sucedería. Me gustaba vivir observando el amor que otros se tenían porque creía que nadie podría amarme románticamente de aquella manera. Me gusta pensar que son y serán felices por siempre porque es lo que busco algún día en secreto.

Incluso en estos momentos mientras estoy sentada en la mesa del comedor y a lo lejos veo a Kelly sentada en el regazo de Fred, ambos en el sofá viendo un partido de hockey sobre hielo, me enfoco en el comportamiento de ambos mientras se dan miradas, sonríen por el triunfo de un equipo que ni siquiera es de nuestro país, o alguna que otra suave caricia que intercambian y en mi mente surgen frases que me inspiran para algún libro.

Me pregunto si alguna vez me amarán así, como Fred ama a Kelly y como Kelly ama a Fred.

Ambos están en una relación desde hace cuatro años, después de dos años conociéndose, pero hace solo seis meses dieron el paso de la convivencia. Fred estuvo días preguntándome si estaba bien que se mudara con nosotros a pesar de que yo le repetía que no suponía ningún problema para mí. Él siempre pide mi opinión y lo aprecio, pero no me sentía cómoda diciendo quién podía o no quedarse en su casa.

Luego de ello, cada vez que hacían una demostración de amor, inmediatamente Fred me observaba de reojo para ver si me encontraba incómoda, porque siempre soy lo primero en sus pensamientos y a causa de eso, les di cada vez más espacio. No voy a negar que estoy feliz por ambos, estoy feliz que se amen porque el amor puede ser hermoso si es verdadero, lo que significa que me gusta solo en los libros con hombres que son fieles y entregados en cuerpo y alma a su interés amoroso. Experiencias totalmente opuestas me tocaron experimentar con mi antigua pareja.

"Que te hayan roto el corazón una vez no significa que todos los hombres harán lo mismo. Siempre hay alguien allí afuera esperando por ti, pero no lo encontrarás nunca si vives escondida en tu habitación leyendo y fantaseando con esos personajes literarios".

Recuerdo aquellas palabras de Fred que regresan a mi mente una y otra vez en el momento que me pongo sentimental sobre todo este tema. Papá tenía razón, me encerré en mi mundo de libros y solo salía de la casa para trabajar, incluso allí cuando mis compañeros de trabajo trataban de hablarme respondía cortante, pero educadamente, solo me dedicaba a hacer mi trabajo sin distracciones porque tenía miedo de siquiera pensar en la posibilidad de conectar con alguien.

Anhelo una relación bonita, sana y divertida, pero no tengo el interés o la motivación para encontrar a alguien que sea bueno y no una estafa.

Como lo era Silas.

No puedo odiarlo completamente aun recordando todo lo malo que me hizo, ya que tiene mi eterna gratitud por darme la vida, figurativamente. Silas no es una persona que quiera volver a cruzarme luego de nuestra terrible historia y peor final. Hace años que no sé nada de él y me gustaría que siga siendo así.