Capitulo 10

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Me desperté en la habitación de Pedro en el hospital, no entendía nada. ¿Qué hacia allí? Me levanté del suelo y vi que Pedro me miraba, no sabía que decirle, como iba a explicarle lo sucedido, iba a creerse que estaba loca, que se me había ido la cabeza. Agaché la cabeza, no quería que me viese. Pensé en irme, pero no me iba a ir sin más necesitaba darle una explicación, pero ¿Por qué? No lo sé pero había algo que me obligaba a hablar con él. Me fui acercando lentamente hacía su camilla. Cuando estaba cerca suya me senté con cuidado de no hacerle daño. Él sonrió. Yo sonreí, su sonrisa era bastante contagiosa y bonita.

-Estas preciosa- Pedro aún seguía sonriendo.

-¿Qué hago aquí? Yo estaba en el parque con David.

-Compréndelo, iban a hacerte daño, tenía que salvarte y la única manera era esta.

-¿Qué estás diciendo? ¿Qué tú me has tele transportado?

-Sí, más o menos. Fue la marca de tu mano, cada vez que te pase algo lo siento, y siento la necesidad de salvarte para poder abrazarte de nuevo.

-¿Es magia?

-Sí, es magia, ya te enseñare a usarla, ahora limítate a tener más cuidado. Iba a replicarle que quería saber más sobre mi marca, pero no quería seguir preguntando nada más. Solo quería centrarme en sus palabras, cada vez que hablaba me dejaba sin palabras. No pude aguantarme más y lo abracé lo más fuerte que pude, necesitaba un abrazo, y más de él. El respondió bien a mi abrazo, y me abrazo más fuerte.

Cuando nos separamos, nos sobresaltamos al escuchar un fuerte ruido en la puerta al abrirse. Era David.

-Pedro, y Carolina…- Cuando me vio se le ilumino la cara y corrió hacia mí para abrazarme. Me pillo desprevenida. David tenía la respiración entrecortada.

-Creí que te perdía- Me dijo al oído.

Se separó de mí y se fue.

-Creí que te perdía- Dijo Pedro en tono burlón. Lo miré enfadada y me tumbé en el sofá esperando que fuera la hora de entrar. Necesitaba pensar, más tarde iba a hablar con Pedro, para pedirle explicaciones, no podía tele transportarme sin mi consentimiento solo porque él quisiera, no lo veía justo. Necesitaba pensar como decírselo.

Horas más tarde entró Cati, y me dio la dichosa lista de todos los días.

Estuve toda la mañana hablando con Pedro, intentando sacarle algo sobre mi supuesta magia…pero no conseguí nada.

Cuando eran las 14:00, salí de la habitación y esperé a Cristina.

-Buscar a Cristina- Dijo David tras de mí.

-Si… ¿Por qué?

-Pues no la esperes…le he dicho que se valla, que habías quedado conmigo.- Dijo con cara picarona.

-Ehhh…por la cara…no voy a quedar contigo después de lo de ayer.

-De eso te quería hablar…te espero en la puerta del hospital a las 15:00 que es cuando acaba mi turno.

Asentí con la cabeza y se fue. Me fui a la cafetería para hacer tiempo. Cuando llego la hora me dirigí hacia la puerta de entrada y allí estaba el, se había quitado su uniforme de trabajo y tenía una camiseta de cuadros blanca y azul con unos vaqueros ajustados.

-Hola preciosa…

Lo único que hice fue mirarle sin expresión ninguna…aunque yo fuese muy pero que muy romántica en ese momento estaba molesta, ahora mismo podría estar comiéndome un helado tan ricamente con Cristina…pero no…tenía que estar con el idiota este…me cogió de la mano y me llevó a un restaurante.

Era un restaurante lujoso, con una gran entrada muy luminosa, con una gran entrada muy luminosa gracias a las lámparas de araña llenas de cristales que cuelgan del techo.

Nos acercamos hacia el mostrador donde estaba una mujer con un gran libro abierto.

-Hola, una mesa para dos…

-¿Tiene reservado?

-No.

-Lo siento, entonces tendrá que marcharse.

David miro enfadado a la mujer, cogió su móvil e hizo una llamada.

Varios minutos más tarde salió un hombre enchaquetado que se dirigía hacia nosotros.

-Don David. – Saludo el señor.

-Hola, su empleada no me deja pasar, dice que tengo que tener reservado…

Los dos rieron y nos llevó dentro del restaurante hacía una parte alejada…era diferente a las demás, era mucho más lujosa y exclusiva que las demás.

-Gracias Don Manuel se lo agradezco.- Dijo David amablemente sentándose en la silla.

-Gracias a usted, es un honor tenerle en mi restaurante, adiós señorita- Me besó la mano y se fue.

¿Por qué David era tan importante? Y ¿Por qué me había traído a mí a este sitio tan lujoso?

-Tenemos que hablar muy seriamente sobre lo de ayer, sigo sin entender nada…-Dije.

David iba a responderme pero vino el camarero y le interrumpió.

El amor no es tan bonito©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora