CAPITULO 1:
-Carolina, ¿No querrás llegar tarde a tu primer día de instituto no? ¡Vamos levántate! –decía su madre mientras levantaba la persiana de su cuarto.
-Vale mamá… -dijo Carolina enfadada.
Carolina era una chica muy tímida, pero alegre, era encantadora y era muy enamoradiza. Su madre… bueno era básicamente lo contrario a ella, era muy extrovertida y a la vez seria, pero también era encantadora.
Al fin Carolina se levanto de la cama, caminó por todo el gran pasillo de su casa observando todos los grandes cuadros que había en el, era algo que le encantaba hacer. También le encantaba ir descalza por su pasillo para sentir como la alfombra le hacía cosquillas en los pies. Al fin llegó a la cocina se preparo el desayuno, desayunó lo de siempre un zumo de naranja y tostadas con mantequilla, le encantaban. Se dio prisa en desayunar y fue corriendo a ver lo que se ponía para su primer día de clase, tenía que ser algo especial, por si acaso hubiera algún chico que se fijase en ella, no quería espantarlo.
Después de cinco minutos decidió ponerse sus vaqueros nuevos color rojo con una blusa blanca y unos botines negros. Al mirarse al espejo se vio lo guapa que estaba y sonrió. Era una chica guapa, bueno ella se consideraba del “montón”. Era alta y delgada, con el pelo ondulado y moreno, y los ojos grandes y verdes. Sabía que había acertado con lo que ponerse. Se cepillo su pelo moreno ondulado y se puso una horquilla en el lado derecho de la cabeza. Ya estaba lista para irse. Cogió su mochila y salió.
En la puerta estaba su madre esperándola con el coche en marcha. Cerró la puerta y subió al coche. A medida que iban acercando al instituto, se iba poniendo más nerviosa. Por un lado estaba súper emocionada porque iba a ver a todos sus compañeros después de pasar casi tres meses sin verles, por las vacaciones de verano, puesto que ella las pasaba en Tenerife con la familia de su padre.
-Mamá, ¿Puedes dejarme justo antes de la entrada?
-¿Qué pasa? ¿Te da vergüenza que tu mami te acompañe?
-Pues si mamá, tengo 15 años, a nadie le acompañan sus padres.
-Bueno…vale…lo hare porque si no me lo vas a estar echando en cara el resto de mi vida.
-Gracias mamá, te quiero.
-Y yo a ti Carolina.
Paró el coche y Carolina salió de él, le temblaban las piernas, estaba muy nerviosa, mil preguntas inundaban su cabeza. ¿Sería fácil este curso? ¿Habría alguien nuevo? ¿Con quién le sentarían en clase? Entonces en ese momento una sonrisa tímida se reflejó en su rostro, se había acordado de Carlos, aquel chico que la tenía loca desde primaria. Carlos era alto, delgado, pero no mucho, era morenito con ojos azules, el típico rebelde que se juntaba con los populares. Pero a Carolina no le enamoraba nada de eso, lo que le enamoraba de verdad era su forma de ser, como hablaba con los demás, siempre tenía una sonrisa para todo el mundo, era muy simpático, o eso parecía.
Al fin llegó a clase, y vio a sus cuatro amigas charlando y se acercó a ellas. Las chicas, nada más verla, le pusieron a la onda de todos los cotilleos. Al principio pensó que habían podido cambiar de aspecto, pero seguían siendo las mismas. Cristina, su mejor amiga, era rubia, con ojos azules, y la cara de niña muy dulce. Marta, estaba como siempre, con su moño desecho en el pelo, era morena, delgada, y tenía los ojos negros como el azabache. María, era morena, de pelo ondulado y los ojos de color miel, y por último pero no menos importante se fijo en su amiga Marina. Siempre había sido morena, pero con la moda de las mechas californianas, al final se puso rubia, estaba guapísima, y sus ojos azules eran espectaculares.
-Bueno, tías ¿A que no sabéis que? –dijo Cristina.
-¿Qué?- dijo Marta.
-¡Vamos di!- dijo Marina.
-Eso, eso –dijo María.
-¡Qué Carlos se ha cortado el pelo!
Todas la miraron con cara rara.
-¿Y…esa…es la gran “noticia”? –dijo Marta con inocencia.
-Pues mirad Carolina como se a quedado.
Todas miraron a Carolina y la vieron sonrojada mirando a una parte de la clase, sus amigas miraron, y descubrieron que lo que pasaba era que estaba el allí, sentado con sus pantalones negros y su jersey gris, y como no, rodeado de chicas.
Sonó el timbre, llegó el profesor, tan puntual como siempre, y colocó los sitios, por suerte ami me tocó al lado de Cristina.
Eran ya las 2:00h del mediodía, salieron al pasillo para recoger e irse a sus casas.
-Chicas, esperad, tengo que dejar los libros en la taquilla.
-Vale Carolina te esperamos fuera.
Se acercó a su taquilla, era la número 119, introdujo su clave, y el candado se abrió, cuando abrió la taquilla cayó a sus pies un sobre. Ella pensó que sería algún folleto de algo, lo cogió, y era un sobre de una carta que decía:
“Para Carlina, solo para ella. Anónimo”
Carolina pensó que sería una broma ¿Quién le iba a mandar una carta a ella? ¿Para qué? ¿Qué querrían? Se apresuró para abrirlo, le temblaba todo el cuerpo, a saber de quién seria, ¿Y si fuera de Carlos? Y lo que leyó fue….