Se quedó pensando varios segundos y dijo:
-No, no es malo, lo que pasa que por lo que me han dicho lleva mucho en el hospital, y solo se lo han dado a una persona más aparte de ti.
Dicen que es un poco raro, cuando estas a solas con el claro. Pero bueno, son solo rumores, no tienen por qué ser verdad.
-Pues conmigo es normal.
-Mejor, mejor.
Nos quedamos mucho tiempo hablando, terminamos de merendar y nos dimos los teléfonos. Salimos y el se fue para arriba y yo hacia abajo, pasaron varios segundos y note que alguien andaba muy deprisa hacia mí. Me cogió del brazo, me dio la vuelta y era él.
-Se me había olvidado darte una cosa.
Y sin pensarlo se acercó muy lentamente hacia mi boca, se juntaron nuestras frentes.
-Tengo que ir al hospital –dije nerviosa-.
Me fui y salí corriendo.
Llegué al hospital a las 20:37. Pensé que era buena hora para pasear y ver las estrellas, que era lo que me faltaba por tachar de la lista.
Cuando llegué, abrí la puerta y vi a Pedro y a Catalina.
-Pedrito, corazón mío, a que estas mejor sin los cables –dijo Catalina emocionada-.
-Y que lo digas.
-Ahora vamos a cambiarte de ropa…hombre si esta Carolina.
Pedro se giró como pudo y me sonrió. A los segundos entró un enfermero, como no, David. David llevó a Pedro a cambiarse, cuando terminó, tenía que salir por la puerta que estaba a mi lado, cuando llegó a la puerta, dejó pasar a Catalina y después se acercó David y me dio un beso en la mejilla, cerró la puerta y se fue. Pedro estaba mirándome con cara como diciendo “¿Qué haces? Ese tío es un mierda”. Pedro agachó la cabeza y se sentó en una silla, nunca lo había visto fuera de la camilla, parecía tan normal, como si no tuviera nada, llevaba una camiseta blanca y unos pantalones negros ajustados, subió la vista y me dijo:
-¿Qué es lo que queda de la lista?
Saqué la lista del bolso.
-“Pasear con Pedro” y “Ver las estrellas con Pedro”.
-Empezamos por la primera ¿No? –me miro riéndose-.
Deje mi bolso y la lista en la camilla, con mucho cuidado de no pisar ningún cable esparcido por la cama. Me acerqué a Pedro y él se fue levantando poco a poco a medida que me iba acercando me preguntaba, ¿Cómo iba a ayudarlo si me saca una cabeza? Pero bueno voy a hacer lo que pueda, sino tendría que venir David y no por favor eso no. Cuando estaba delante de Pedro, subió su mano y me tocó la mejilla que me había besado David. Subió la otra mano y la puso en mi otra mejilla, subió mi cara y me beso la frente. Tras esto, rompió a llorar. ¿Por qué? ¿Tan mala soy en prácticas? A ver tengo mis defectos, pero hago lo que puedo. Lloraba desconsoladamente. Sus manos seguían en mis mejillas, no me gustaba escuchar llorar a la gente, asín que lo aparté de mí.
-¿Qué te pasa? –dije preocupada-.
-No quiero que te pase nada.
-¿Que me va a pasar? No digas tonterías
-No son tonterías, es la verdad, muchos que han estado aquí no han vuelto… eres una de las pocas personas que ha venido varias veces seguidas…no viene ni mi familia a verme, estoy solo. Y verte me alegra. –dejo de hablar y volvió a llorar-.
-Bueno vamos a andar desde aquí hacia el balcón así puedo tacharlo de la lista y vemos las estrellas –dije para cambiar de tema-.
Lo cogí de la mano y fuimos caminando hacia el balcón, abrí la cristalera y salimos, nos sentamos y le pregunte:
-¿Por qué ha puesto esto en la lista?
-Porque me trae muchos recuerdos de cuando era pequeño mi madre y yo nos sentábamos en las sillas de mi balcón y nos poníamos a ver las estrellas. Asín se nos pasaban las horas sin darnos cuenta. Mi madre siempre me decía “Yo creo que las estrellas no son bolas de fuego, sino que cuando una persona buena muere, al subir al cielo, Dios le da una luz a para que gente como nosotras la sigamos, y así poder ser felices”. Además es el único momento del día en el que me siento normal, siento que puedo hacer algo más que estar tumbado. A por cierto, guárdame el secreto, eres la única persona que lo sabe. Siéntete afortunada.
No sabía que responder, me había quedado sin palabras, porque me lo había contado a mí, a una persona que conoce de hace poco, pero ahora me doy cuenta, parece como si ya lo conociera de antes.
-Guardaré tu secreto si tú me respondes a una pregunta, si no quieres no la respondas.
-Dime.
-¿Por qué me has mirado raro cuando David me daba un beso? Y después ¿Por qué has puesto la mano en mi mejilla, en la misma que el beso, y te pusiste a llorar.
-Eso son dos preguntas, pero las responderé. Porque sé que él no es buena persona, aparenta que si pero no lo es, no quiero que te haga daño, en el poco tiempo que he estado contigo te he cogido cariño, y mucho, aunque tú no lo creas. Y te puse la mano en la mejilla para ver si era un beso de verdad. Y no lo era.
-¿Cómo lo sabias?
-Yo lose todo, aunque no lo creas.
Pasaron varias horas y me fui. De camino a casa estuve pensando lo que me había dicho. ¿ Por qué me había cogido cariño a mí? ¿Cómo sabía que David era malo? ¿Por qué lo sabe todo? Son preguntas inexplicables la verdad.