Uno

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Como otro día normal, Heesook bostezaba tratando de mantener sus ojos abiertos

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Como otro día normal, Heesook bostezaba tratando de mantener sus ojos abiertos.  

Anoche no había podido dormir, no luego de que sus padres discutieran. Ya ni siquiera recordaba lo que era dormir.

La odiaban. Estaba claro. Y ella se odiaba también.

Desde que nació nunca recibió ni un abrazo, ni un beso, nada de sus padres.
Su madre siempre la culpó de arruinar su relación, de llegar y hacer que todo se fuera a la mierda. De sus desgracias. 

Heesook ya se lo creía. Ella era un estorbo. No servía para nada.

No tenía a nadie más. Todas las personas que se acercaban, terminaban alejandose.

Ella amaba la soledad. Era feliz sola.

Tomó una última bocanada de aire, antes de mirar su reloj. Abrió los ojos par en par cuándo vio la hora.

Iba a perder el bus si no corría ya. Se bajó de las gradas tomando sus cosas, comenzando a correr por los pasillos.

Cuándo dobló para tomar la salida, chocó a alguien que estaba parado frente a la entrada, haciendo un fuerte ruido cuándo chocaron entre ellos. Ambos fueron disparados, chillando por el golpe.

"Mhm, lo siento" se disculpó una fuerte voz. Heesook ni levantó la cabeza, solo tomó sus utiles que estaban en el suelo.

Cuándo logró meterlas en su mochila, volvió a correr para la parada. A pasos largos, suspiró cuando aún vio al bus estacionado en la parada.

Llevó una mano a su pecho, respirando. Su hombro dolía y se había raspado la rodilla, pero había valido la pena.

Se adentró al bus, encontrando un lugar vacío casi al final. Rápidamente tomó asiento.

"Ouch" susurró cuándo dobló la rodilla. Tomando su pierna, la subió para verse, sacó una servilleta de papel de su paquete y la pasó, quejándose.

"Hola" alguien habló haciéndola asustar. "Lo siento tanto" se disculpó otra vez y reconoció la voz.

Su mirada encontró a un chico alto, corpulento y fornido.

"Chocamos hace unos instantes" le respondió al ver la cara de la chica.

Heesook asintió. "Lo siento" se disculpó.

"Te lastimé" señaló.

"No, fue un accidente" dijo ella. El desconocido tomó asiento al lado de ella.

Tomó la mochila en sus piernas y buscó algo entre sus cosas. El chico sacó una cajita rosa, abriendola y tomando una bandita.

"Permiteme" ordenó tímido.

Heesook quedó paralizada.

Sintió sus fríos dedos acercar su pierna y despacio apoyó la bandita rosa en su rodilla.

Levantó la mirada con una sonrisa. Heesook estaba quieta. Sin saber que hacer o decir.

"Mi amigo es muy torpe, así que siempre cuido de él" comentó levantando la caja de banditas.

Asintió timida. El chico volvió a sonreirle.
Sus ojos desaparecieron y sus cachetes se inflaron. 

Que lindo.

Pero rápidamente dejó de mirarlo, sintiendo una presión en su pecho.

Lo envidiaba. Él tenía una linda y tierna sonrisa, quizas porque tenía razones para sonreír.

Pero Heesook no tenía nada.

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𝚜𝚖𝚒𝚕𝚎 𝚋𝚘𝚢 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora