El Sueño de la Serpiente

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El bosque, la selva, la fiebre, el panda...¿El panda?
Lo primero que Yuta vio tras su noche de fiebre en un lecho de hojas y hierva fue la cara de este animal no endémico de la zona donde el y su grupo se habían dispuesto a encontrar vestigios de los " HiebiInumak" una tribu la cual adoraba y seguía el legado de la serpiente Bai Suzhen.

Los vestigios de esta tribu lo habían arrastrado a el y a su equipo al interior de Nueva Guinea pensando en una región selvática pequeña, pero la realidad los golpeó demasiado tarde cuando el desconocimiento del terreno los hizo separarse abruptamente, era un bosque de bambú al tiempo que era una región selvática por lo cual confundirse era común inclusive para los exploradores más experimentados.
Pasó días y noches tratando de reencontrarse con ellos o el campamento pero todo parecía más y más maleza, verde y húmedo con lianas y los sonidos de los animales diurnos o nocturnos en sus respectivos horarios.

Gracias a su experiencia, el joven Yuta Okkotsu no la tuvo tan difícil, pero una enfermedad extraña le había comenzado a azuzar con el pasar de los días quizá por el cambio de altitud entre la última región en la cual había estado antes de embarcarse a esta nueva aventura.

Había bajado tanto su guardia debido a su malestar,  que ahora tenía a un panda olisqueándole y lamiendo su rostro cuando lo ultimo que recordaba era haberse quedado dormido atado a la copa de un árbol.
En esta situación, sus pies y manos habían sido atados también por una especie de fibras vegetales secas y trenzadas entre sí, demasiado fuertes para haber sido hechas por el animal.

Hasta que un cuchillo de ámbar afilado fue puesto en su garganta por un precioso niño de cara pintada.

Intento saludar, pero al más mínimo movimiento de su boca o cuello para verlo mejor el muchacho apretaba contra su carne el artefacto en señal de que no dudaría en cortarlo.

Fue una primera impresión desastrosa pero "el salvaje " nunca había visto una persona de su edad.
Le había salvado, ya que lo habían encontrado la noche anterior los miembros de su tribu dedicados a la caza de murciélagos.
El explorador estaba balbuceando, ardiendo en fiebre quizá por comer los frutos de ackee sin madurar en días pasados.
Pero ahora, se encontraba bastante mejorado, incluso el color había regresado a su piel.

Lentamente, Yuta fue demostrando que no era una amenaza a pesar de no entender el lenguaje, las señas y varias indicaciones pero se iba a coplando a pasar las tardes en hablar y explicar al "rey" las costumbres de la civilización moderna.

El "Toge" como había escuchado llamar a los demás miembros de la tribu a este chico, era curioso e inteligente, lo miraba con sus grandes ojos violeta al intentar compartir o aprender el lenguaje.

La curiosidad en ambos era mutua por lo que pronto Yuta se ganó su libertad y podía pasar el día pegado o correteando junto a  el "Toge" aprendiendo las costumbres, vida diaria y tradición de su tribu.

Esos ojos violáceos y las marcas de círculos en su boca eran como las joyas de la corona en el salvaje mundo de esta comunidad y el único que las poseía era "Toge"  quien también había aprendido a decir "Yuta" para llamar al forastero.
El panda era como su hermano y ese hombre extraño se había vuelto algo así como su marido ante los ojos de la comunidad al pasar tanto tiempo pegados el uno al otro, lo enseño a cazar de día y de noche, los bailes y ritos que le daban a la madre serpiente y también lo enseño a comunicarse al poner sus labios juntos y meter su lengua para así enseñarlo como debían salir los sonidos.

"Hago...e-sto pa-ar'a, Yuta" -. Practicaba el lenguaje de Okkotsu por sus deseos que este no se sintiera solo, pero su voz y su torpe hablar le daban vergüenza.
El no era un enemigo, era una buena persona y merecía quedarse entre ellos.

Toge quería que se quedará con ellos para siempre.

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Softies and US [InuOkkoWeek2021]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora