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Dentro de la fauna y flora de Sumeru existen demasiadas especies que aún no han sido registradas por nadie. Ni siquiera la misma Alice a logrado capturar conocimientos sobre ellas en algún libro. Así, tu curiosidad guío tus pasos hasta el vasto desierto que era Sumeru, el cual, extrañamente, tenía ciertas partes con vegetación fuera de su ambiente, lo que te hacía preguntarte el por qué.
Luego de más o menos una hora, notabas que el sol se comenzaba a bajar, por lo que era tiempo de encontrar donde pasar la noche. Tu meta era simple, llegar a Sumeru. El problema que lo hacía complejo es el hecho de que no conocías Sumeru realmente, y no veías señales de vida alguna al rededor, por lo que no sabías exactamente qué rumbo debías tomar y la temperatura no ayudaba a qué tú cerebro pensara de manera correcta.
Cómo la noche estaba cayendo, decidiste como mejor opción, dormir entre las pequeñas partes con vegetación fuera de lugar.
Al armar el paraje de tu hospedaje temporal, caiste dormida en cuanto tu rostro hizo contacto con la almohada. Habrías dormido más, de no haber sido despertada por un ruido extraño. Al principio, creíste que se trataba de tu imaginación, pero las raras luces que se veían detrás de la tela que cubría la zona era un tanto peculiar, es como si una enorme nube rosada estuviese brillando.
Con cautela, tomaste tu espada, y saliste lentamente. En ese instante, habías creído haberte vuelto loca, pues afuera, no había nada más que plantas. Ni un solo rastro de aquella "nube rosada".
—Estoy empezando a alucinar— Guardaste tu espada, sin embargo, no volviste a dormir. Mantenias tu mirada en los arbustos de palma que se movían como si algo estuviese generando movimiento entre estás.
-—¿Quién está ahí?— Preguntaste mientras te acercabas cautelosamente al conjunto de plantas.
Un anima asomó su cabeza, la criatura se veía inofensiva, por lo que optaste por hablarle de manera dulce a ver si con él tenías suerte de que no te mordiera como los gatos de Liyue solían hacer.
—Aww, no voy a hacerte nada, ven pequeño!— La criatura salía de manera lenta, y era extraño. Creías que era tu imaginación pero no lograbas ver su cuerpo, no fue hasta que llegó a la palma de tu mano que la criatura tomo confianza, encendiendo el en un color rosado coral.
Pronto, al ver el entusiasmo de la pequeña criatura que resultaba ser la "nube rosada", miles de colores diferentes comenzaron a emerger de los distintos arbustos y palmeras, llenando el lugar de luz.
Aquellas criaturas eran amigables, con frecuencia se restregaban en tu cuerpo y trataban de moverte para jugar con ellas. Sin embargo, los ruidos de pasos terminaron por hacerles volver a esconder. Sin darte cuenta, tu arma estaba lejos de tí, incapaz de ser tan veloz por ir a por ella. —¿Quién está ahí?—Tus ojos se entrecerraron con la esperanza de poder divisar algo en la penumbra de la noche.
