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Zhongli es una persona sensata. Suele pasar sus tardes por las calles de Liyue cuando Hu Tao, su jefa, no requiere su ayuda.
Dentro de su día a día, algo llamó su atención, una joven de cabello sedoso que brillaba al compás de su revolotear con el viento. Su sonrisa fue simplemente... deslumbrante.
La joven se encontraba perdida por las calles de Liyue, asombrada por el vasto paisaje que sus ojos vislumbraban. Se notaba a leguas que esta era su primera vez en la ciudad de los contratos, pues le maravillaba cualquier cosa, a si fuera minúscula o insignificante. El de orbes ámbar no pudo evitar soltar una risa, se le hacía curioso el ver el interés de la joven por cosas tan triviales en Liyue. Pronto, se escucharon los quejidos de la chica, al darse cuenta que no sabía en dónde se encontraba realmente. -¿Dónde se encontraba la funeraria Wangsheng?- la joven miraba el mapa una y otra vez tratando de ubicarse. -¿Puedo ayudarla en algo, señorita?
𝓧𝓲𝓪𝓸
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No hay que mentir. De la circunstancia posible -por no decir la única- en la que sus miradas se cruzaron, no podías haberte sentido más pequeña que nunca antes.
El joven estoico de orbes ámbar solo se limitó a dirigirte la mirada una sola vez. Posteriormente, se encargó del pequeño "problema" que accidentalmente habías generado, pues creías que podrías ser capaz de derrotar al Protodragarto Geo tu sola.
El joven oyó tu pequeño desastre a lo lejos y decidió mirar que sucedía, luego de analizar la situación, procedió a hacerse cargo de todo, asegurándose de haberte apartado lo suficiente como para no sufrir daño...al menos, no demasiado.
-Quedate aquí.- Los orbes ámbar de el chico se fijaron en tu mirada, dándote la orden que esperaba que obedecieras.
