─ ☁︎·̩͙𝗼𝗯𝘀𝗲𝘀𝘀𝗶𝗼𝗻 ﹅⁺˖

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─ Mierda.. ─ Extendió su mano desde su cama hacia la silueta que se situaban enfrente suya, queriendo tomarla y acercarla. Vió que el pelirojo daba un paso atrás, dejando salir su nombre en susurros. Frunció el ceño y se sentó en la cama, pero cuando volvió a ver, ya no había nada. ─ Reki.. ─ Eran las cuatro de la mañana y aún Langa no era capaz de conciliar el sueño, intentaba, pero simplemente no se dormía.

Tomó con fuerza las frazadas entre sus manos, escondiendo su rostro en éstas e intentando no soltar un grito de frustración. Recordó algo, haciendo que se destapara y su perdida mirada vagara por la habitación, hasta que la vió. Empezó a gatear hasta el borde de la cama, intentando llegar hasta la pequeña mesa que había enfrente, en donde se encontraba la azulada bandana de Reki.

La tomó rápidamente intentando no caerse y volvió a su lugar, volviendo a cubrir su cuerpo con las abrigadas frazadas. Se quedó observando el suave objeto, acariciándolo, recordando nuevamente al pelirrojo. Cerró sus ojos y acomodó su cabeza en la almohada mientras que con la yema de su pulgar seguía acariciando la bandana.

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─ ¿Nos vamos a quedar acá? ─ Bromeó, bajando su mano desde el hombro del canadiense hasta su mano, tomándola y repartiendo besos sobre su dorso. Se acomodó mejor en el regazo de Langa, dejando que este lo acurrucarse contra su pecho y mimara su rostro. ─ Eres un mimoso ─

─ Pero te gusta que lo sea.. ─ Susurró a la altura del oído contrario, subiendo sus caricias hasta chocar con su bandana ─ Wa.. Es suave ─ Volvió a susurrar, empezando a repartir besos por su cabeza.

─ Sip, bastante ─ Rió, dándose vuelta para quedar frente a frente con su pareja, depositando un tierno beso sobre sus labios.

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Dejó que sus recuerdos tomaran su mente, quedándose finalmente dormido entre las sábanas y la bandana perteneciente al difunto pelirrojo.

Despertó de un mejor humor que el habitual, últimamente dormía una hora solamente, pero ésta noche había dormido al menos tres. Se levantó de la cama, empezando a vestirse para asistir a clases; iba a llevar la bandana ya que era "de la suerte" según el pelirrojo, pero decidió guardarla y mantenerla lejos de sus compañeros.

Se fué a desayunar, volviendo a los recuerdos de cuando Reki se quedaba a dormir en su casa y ambos hacían el desayuno. Hizo unos panqueques para dejarle a su madre, mientras que él comió los suyos y ahora buscaba su mochila. Unos minutos después ya se encontraba montando su patineta en dirección a la preparatoria.

Miraba sus alrededores perdido, queriendo encontrar a su pareja patinando a su lado. Aun que sabía que era imposible. Se dio la libertad de recorrer los lugares por donde siempre patinaba por Reki a la salida. Llegaría tarde, pero eso no era problema para Langa.

Empezó a recordar algunos momentos románticos que habían tenido en aquellos lugares, en donde aprovechaban que nadie pasaba. Normalmente sólo se tomaban una sesión de mimos y besos, era como su descanso del mundo. Aun que habían veces que podían pasarse y volver sus caricias inocentes a unas más atrevidas. En definitiva Langa extrañaba esos momentos.

Sin darse cuenta, ya había llegado a la escuela, aun que más bien era el infierno. Se adentró al lugar trepando por una de las paredes que rodeaba la estructura, ya habían cerrado las puertas. Al lograr su misión se dirigió al patio trasero, encontrándose con un mural colorido, en éste había un cuadro del pelirrojo colgado; en su alrededor habían algunas flores y por encima estaba su nombre en negro, Reki Kyan. Pasó su mano por el vidrio que cubría y protegía la imagen, acariciándolo. Se hubiera quedado más tiempo observando la foto si no fuera por el timbre, anunciando el inicio de una nueva clase. Se había perdido una clase, pero no importaba.

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Pasó el tiempo y por fin pudo salir. Salió casi disparando, teniendo la necesidad de volver a su cama y acurrucarse junto a aquella bandana azulada. O tal vez, una necesidad mayor.

Su madre le había empezado a obligar a dejar su mochila en la sala, y su celular y laptop tenía que permanecer en la habitación de ella durante la noche. Ese día antes de adentrarse a su casa, guardó una hoja doblada en su bolsillo, cubriéndolo con su camisa para que no sea visible a la vista de su madre.

Hace tiempo tenía una cartuchera vieja que llevaba en la primaria guardada en uno de sus cajones, sólo debía buscarla y agarrar cualquier cosa con la que pudiera escribir sobre la hoja. Para su suerte, aún recordaba parte de lo que había escrito en su guión, con su humor y estado actual no podría hacer uno nuevo desde cero. Sólo faltaba esperar hasta que se haga de noche, se madre se durmiera y volviera a entrar en aquél estado de necesidad de presencia del pelirrojo. Sus antiguos amigos decían que tenía un problema, pero el no lo tenía, ¿Verdad? El no tenía nada, él estaba sano, él no estaba obsesionado, él no estaba loco, él no estaba alucinando.

¿Por qué querían llevarlo a terapia?¿Por qué insistían?¿Por qué mentían? Váyanse.


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𝗺𝘂𝗻𝗱𝗼 𝗳𝗶𝗰𝘁𝗶𝗰𝗶𝗼 ─❛ 𝐋𝐚𝐧𝐠𝐚 𝐇𝐚𝐬𝐞𝐠𝐚𝐰𝐚.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora