XIII

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Aún un poco adormecido, se colocó sus pantuflas, dirigiéndose hasta el living, sin disposición de abrirle la puerta a quien sea que estuviera detrás de su puerta, sin dejar de tocar

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Aún un poco adormecido, se colocó sus pantuflas, dirigiéndose hasta el living, sin disposición de abrirle la puerta a quien sea que estuviera detrás de su puerta, sin dejar de tocar.

Encendió la luz del pasillo para evitar chocar con algún mueble, pero fue inevitable que uno de sus dedos no se estrellara con la esquina del sofá.

Antes de lanzar una grosería al aire, simplemente respiró profundamente, continuando su camino hasta la puerta.

Se fijó por el pequeño huequito al que apenas llegaba, poniéndose de puntitas, topando con aquella cabellera negra que conocía.

Negó con los ojos cerrados, bajando su cabeza y suspirando profundamente.

Quitó los cerrojos, y abrió.

Ni siquiera le dió tiempo a preguntar qué demonios hacía en su casa a esas horas de la madrugada, porque SeungMin se había avalanzado sobre él para abrazarlo.

Un abrazo muy fuerte.

Estaba atónito por aquella acción que lo dejó sin palabras.

Apenas pudo cerrar la puerta, mientras lo dirigía hasta el sofá.

—Lo siento tanto— murmuró, una vez que se le despegó un poco. Felix lo vió extraño, y por encima de su hombro, vió a Chris asomarse—. Los chicos me dijeron lo de Chan.

El semblante del rubio pasó de uno confundido, a uno duro, uno que expresaba un poco de ira acompañado de tristeza.

No sabía ni cómo describir la mirada que le dió a SeungMin con sólo mencionar el nombre de su difunto exnovio.

—No me dijeron nada— volvió a murmurar al ver los ojos del otro—. Sólo que ellos no eran los que debían explicarme, sino tú, y entonces vine.

Felix seguía atónito, y vió como la sombra de Chan había desaparecido.

Era algo delicado para los dos.

Felix suspiró, a pesar de que sabía que con contarle a SeungMin se quebraría en mil pedazos, decidió guardar la calma.

Estaba por contarle su peor trauma, su peor momento, su peor fase.

—¿Quieres que te cuente, en serio?— ladeó su cabeza.

—Si no quiere hacerlo, está bien.

Pero en un fondo, sabía que con volver a narrar lo ocurrido aquella noche, revivirla, tal vez, podría liberar su mente un poco. Quitarse un poco de peso.

Así que volvió a suspirar.

Se levantó para dirigirse hasta la cocina, donde tomó una taza que llenó con agua, metiéndola en el microondas, y poniéndola a calentarse.

Se conocía tan bien que sabía que luego de aquello necesitaría un té tranquilizante. Ese mismo que mezclaba con manzanilla cuando no podía dormir y sus noches eran su tormento.

talking to the moon ✧ chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora