Al día siguiente Sakura había llegado temprano y se encontraba sentada en unas pequeñas gradas que había en el gimnasio. Shaoran tenía razón, a esa hora no había nadie. El gimnasio era amplio; en un extremo había algunos aparatos para hacer ejercicio y levantar pesas. Más allá de estos, casi oculto se encontraba frente a ella un lugar libre y en una esquina había varios colchones apilados, sobre ellas se realizaban los ejercicios de protección personal. Sakura había presenciado algunos justo desde el lugar donde se encontraba sentada. La mayoría de las veces Shaoran dirigía los entrenamientos de su equipo. Era fabuloso verlo entrenar tan serio y seguro de si mismo. Ahora ella entrenaría con él.
Nuevamente vino a su mente lo sucedido el día anterior y sacudió su cabeza alejando ese pensamiento. El mismo que la había mantenido despierta toda la noche y que la hacia sentirse molesta.
-"Basta" –se dijo con firmeza, se hecho hacia atrás y puso las manos detrás de su cabeza.
Cuando Shaoran llego a las 6 en punto, Sakura ya llevaba 10 minutos esperando y no levantó la vista cuando él se aproximó.
-Buenos días… -él noto que parecía estar molesta por algo-. ¿Qué pasa?
Sakura había estado tan inmersa en sus pensamientos que no se dio cuenta que Shaoran había llegado. Se tenso ruborizada por lo que había estado pensando y respondió lo primero que le vino a la cabeza.
-Nada –mintió-. Es solo que no entiendo porque no me permites ayudarte con lo de Keigo –terminó usando el nombre del chofer a propósito.
-¿Keigo?
-Si, Keigo Matsagi, él me pidió que lo llamara por su nombre.
-¡Ah! Matsagi –dijo Shaoran molesto-. Creí que ese asunto estaba terminado.
-No, porque no entiendo por que no me das una explicación -insistió la joven–, o por lo menos, una explicación más sólida.
-Porque soy tu jefe, por eso. Además ya tengo bastante con dejar que ocupes el lugar de Daiduoji.
-Puedo cuidarme sola –aseguró Sakura.
-Para eso estamos aquí ¿no? Olvídate de eso –extendió la mano para que ella se levantara.
Se dirigieron hacia los colchones apilados para bajar algunos y así poder trabajar en ellos.
Fue entonces cuando Shaoran se dio cuenta que llevaba una sudadera blanca y unos bonitos pantalones cortos de licra de un color rosa muy llamativo que además le quedaban muy bien. El cabello lo llevaba recogido en una coleta.
Shaoran se quedó allí un rato observando el balanceo de las caderas de Sakura. Sin darse cuenta pasó la mano por sus cabellos, tal vez para eliminar cierta tensión que sentía. Tenía que reconocer que no solo le llamaban la atención los pantalones cortos rosas.
-¿No piensas ayudarme? –preguntó Sakura junto a la pila de colchones.
-Ah, si claro –dijo un tanto sonrojado pues había sido descubierto mirando.
Sakura por su parte sonreía pues se sentía muy bien consigo misma. Shaoran la había mirado con interés y eso le gustaba. Después de todo no había sido una mala elección el atuendo que eligió. Ahora le daría una lección por no dejarla investigar a Matsagi.
Después de una hora de entrenamiento los dos se encontraban realmente exhaustos. Como Shaoran había supuesto Sakura tenía grandes conocimientos sobre defensa personal, pero carecía de la experiencia que él tenía sobre las artimañas que usaban los delincuentes. Además tenía que reconocer que ella se mantenía en forma pues no estaba tan oxidada como él creería que le encontraría.