7: En el deseo

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Más tarde durante la madrugada regresó Kurosaki, mientras todos dormían, Ulquiorra quién descansaba en el sillón fue el único que se percató, pero no fue lo único que notó, también que la pobre Orihime había pasado gran parte de la noche angustiada, llorando de preocupación por su esposo hasta que su cansancio la venció, sin embargo este llegó sin el menor remordimiento, quizá ese no era su asunto, aún así cayó en cuenta que él había hecho pasar por lo mismo a la pelirroja, no sentía culpa porque lo había hecho en ese entonces, pues eran órdenes del señor Aizen, aunque si se sentía algo melancólico, se preguntó: "¿cuántas veces la hice llorar?, ¿cuántas veces la hice preocuparse por sus amigos?, ¿qué sentía en esos momentos cuando le anuncié la muerte de sus amigos?, ¿qué sintió cuando me dio una bofetada?...".

Caminó hasta el baño para ver ese reflejo una vez más, necesitaba esas respuestas que esa imagen podía darle.

- ¿Quién eres tú? - insistió nuevamente el ojiverde

- Ya te lo dije yo soy tú, tú no eres yo, ni siquiera recuerdas que eres Ulquiorra Ciffer, cuarto espada del Palacio de las Noches, uno de los arrancar más fuertes al servicio del señor Aizen... - dijo nuevamente él del espejo

- Lo recuerdo, pero para mí no es un recuerdo realmente, sino una pesadilla, un sueño distante, solo lo que he vivido desde que me encontraron es lo que forma parte de mis recuerdos, sin embargo no te estoy hablando para discutir quién soy yo, sino lo que tú sabes sobre Inoue Orihime... - dijo tenso el ojiverde

- ¿Lo que yo sé?, es tan relativo como lo que tu sabes... - dijo el de máscara

- Quiero saber ¿por qué?, ¿por qué se ha de quedar con alguien que la hace llorar?, ¿por qué lloraba ese día?, yo le hice daño... - dijo el triste pelinegro

- Porque los humanos sufren por culpa de su corazón, de ser incapaces de admitir sus limitaciones, quieren imponerse a otros, sin darse cuenta de que no son lo suficientemente fuertes, no saben admitir que hay otros más fuertes que ellos, quieren ganar solo por un lazo que no se puede ver, sufren porque no se dan a la tarea de aceptarse débiles, es una completa estupidez, corren, se aferran a ideas ridículas... sin embargo por un instante pudimos sentir ese corazón, en el toque de la mano de esa mujer... quizá me aferré a esa sensación... por eso estás ahí... - dijo frío el reflejo

- Ulquiorra, si tú eres yo y gracias a esa sensación estamos vivos, entonces quiero ser humano por una vez, quiero aferrarme a esa mujer, quiero ser el motivo de su alegría y no de su tristeza... - dijo tenso el arrancar

- Es una tontería, ya una vez escuche esa sarta de estupideces, "yo me he vuelto un poco más un hollow o tú te haz vuelto más humano", ¿¡qué estupidez!?, ¿acaso pretendes obtener un corazón?, entonces necesitarías tomar el que ella tiene, su felicidad radica en lo que tú puedes darle y nadie más... - dijo la imagen

- Lo que quieres decir es que es feliz conmigo porque le puedo dar algo que Kurosaki Ichigo no... - dijo el hollow

- Ya sabes lo que la hace sonreír, esas alas que nadie más tiene... esos ojos que pueden ver todo, que si no lo ven no existe... en tu mano tienes su corazón... ahora ya no tienes órdenes, solo tu decisión... ahora puedes experimentar si puedes seguir siendo un hollow... siendo el ser más fuerte entre las dimensiones... - exclamó el ente en el vidrio

- Quiero tener su corazón... pero de acuerdo a lo que dices, yo debo entregar mis alas para obtenerlo... - concluyó el espada

Ulquiorra puso su mano en el espejo, parecía que fuera a salir aquella mano y tomar la suya.

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