Cuando Clara llegó a su casa, las luces estaban totalmente apagadas. En la mesa de la sala principal había una carta dirigida a ella, la cogió y la leyó: "Lo siento por ausentarme hoy otra vez, pero cuando llegue te contaré lo que hice y a dónde fui hoy y ayer. Isaac."
Al día siguiente, Clara no se levantó con muchas ganas, era sábado y además Isaac no yacía en la cama, al parecer no había llegado nunca de donde se había ido.
Cuando Clara ya estaba levantada, sonó la puerta y tuvo que ir a abrir, pensando que era Isaac, pero no era él.
-¡Zack, qué haces aquí! - dijo sorprendida al verlo en la puerta, como si fuera un ángel que venía a salvarle el día.
-Nada, pasaba por aquí y pensé que, tal vez te gustaría ir al cine conmigo.- dijo eufórico.
-Tú estás loco, podría haber estado Isaac, y que pasaría entonces,¿eh?, se hubieran peleado o algo peor.- le dice Clara a Zack casi gritándole.
-No te pongas así.- dijo calmándola.-si vine fue porque sabía que no estaba, además si no está su coche afuera no está él. Pero, al final, ¿vas a ir al cine conmigo o no?- dijo poniendo un puchero.
-Claro que sí, me ducho y me visto, espera veinte minutos. Te puedes poner a ver la tele en mi cuarto si quieres.
-Mejor me quedo aquí esperando, seguro que vas a estar muy guapa con la ropa que elijas ponerte.- dijo emocionado.
A los pocos minutos Clara ya había terminado de prepararse, un vestido rojo que no pasaba de las rodillas, y unos tacones negros, fue lo que ella eligió, y bajó al encuentro de Zack.
-¡Qué guapa estás!- Zack se quedó boquiabierto.
-¡Vámonos!- dijo Clara sonrojada, agarrándole del brazo hasta su coche.