De encuentros y memorias

ABRIL

*** DE ENCUENTROS Y MEMORIAS ***

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Un destello apareció en medio de la oscuridad y escuchó el suave aleteo de una mariposa que se dirigía hacia el.
Unos segundos después, el frágil cuerpo de la pequeña criatura alada, cruzó por su oreja.

Los destellos de plata se reflejaron en sus asombrados ojos mientras veía que la mariposa seguía su camino, esta se elevó majestuosa en medio de la oscuridad.

Unos instantes después, una segunda y tercera y una cuarta...y luego cientos y miles de estos seres alados llenaron el oscuro recinto, iluminándolo.
Contemplo fascinado el espectáculo, sintiendo dentro de si, una suave y reconfortante paz.
Cuando las mariposas desaparecieron por completo, el confort fue desvaneciéndose poco a poco y no pudo evitar sentir un inmenso e inexplicable vacío.
Como si alguien le hubiera abandonado.

Se dejó caer al suelo y se abrazó a su cuerpo.
La oscuridad volvió a rodearle en segundos y cerró los ojos.

No había nada a su alrededor. Ni sonidos, ni luz. Solo la densa oscuridad que lo tragaba.

Dos lagrimas brotaron de sus ojos y se deslizaron con suavidad por su mejilla, recorriéndola lentamente.
Volvió a abrazarse a su cuerpo y entonces escuchó un repiqueteo constante, primero como un eco y después un sonido necio.

Y este le sacó de sus ensoñaciones...

Eran las 5:32 de la mañana.
La alarma del despertador estaba timbrando.
El molesto aparato estaba sobre la mesita de noche, indicándole que llevaba ya dos minutos de haberse activado y que ya era necesario levantarse.

Liam se frotó los ojos y apagó la alarma.

-Otra vez ese sueño...- murmuro para si.
Era la cuarta vez en tan solo una semana que el mismo sueño cruzaba por su inconsciente y lo veía cada vez mas nítido poco antes de despertar.
Aquellas mariposas plateadas y brillantes aproximándose hacia el, le hacían sonreir.
Pero verlas partir, le dejaban esa sensación inexplicable de que algo no estaba bien.
Y eso podía sentirlo una vez que sus ojos se abrian a la realidad y seguía sintiendo ese vacío.
¿Qué será todo esto? –se preguntó Liam mientras se levantaba del lecho y se dirigía al baño para tomar una ducha-

***
Liam Lehman era un joven de apenas 18 años, que residía en la ciudad de Nueva York.
Tenía poco más de ocho meses de haberse mudado a la ciudad y los mismos meses de haber comenzado a estudiar la carrera de trabajador social, lo que le costó el profundo desagrado de su poderosa y acaudalada familia, quienes tenían otros ambiciosos planes para con su único vástago y heredero, el cual, durante toda su vida estuvo rodeado de lujosas mansiones y personal que lo atendían las veinticuatro horas al igual que a su padre y madre.

Liam demostró una inmensa humanidad y nobleza desde sus mas tiernos años.
Era capaz de apoyar a la servidumbre y realizar algunos de sus trabajos, con tal de evitar que se hicieran daño.
Aunque a la hora de apoyar a las criadas en la cocina, estas se dieran cuenta de que el niño no poseía ninguna habilidad culinaria por mas que intentara. Asi que fue delegado al lavado de los trastos y cubiertos.
El personal de la casa noto en el muchachito, esa actitud de servir a los demás, acompañado de esa nobleza y calidez y le pedían amablemente que no interfiriera en las labores, de lo contrario su madre o su padre se enfadarían con el.
Pero Liam sonreía y decía:
"Lo hago porque tú también lo haces"

Todos ellos le amaban en casa y ciertamente se volvió amigo de todos y cada uno de los sirvientes y mucamas que atendían la mansión familiar.
Los años fueron pasando y Liam dejó de ser un niño para convertirse en un joven prometedor, en el cual su padre veía ya a un futuro gobernante, candidato a la política o a algún puesto en la alta sociedad burocrática tal y como sus antepasados lo habían hecho.