Hace unos días dejó de haber días.
Sé que suena extraño, pero, cada vez que amanece, justo cuando el primer rayo de sol roza el suelo de mi habitación, resulta ser exactamente el mismo del día anterior y, la luna, cuya luz se asoma tras despedirlo, sigue siendo la misma que vi ayer.
Por triste que parezca, siempre he pensado que cuando todos los días lucen iguales, se debe a que continúan siendo el mismo; es por eso que yo, el muchacho impotente que no distingue una injusticia de la realidad, cierro los ojos cada día esperando que mañana no continué siendo hoy.