VI

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Odio ser tan sistemático con cada relación amorosa, pero en ocasiones siento que estoy postrado ante un severo juez que, en base a mis acciones, dictará para mí una cruda sentencia, por lo que, por extraño que parezca, procuro guardarme con cada gesto afectivo.
Si tengo demasiados detalles podrían condenarme por pesado y si no los tengo podrían hacerlo por desconsiderado.

Quizás sueno como alguien mecanizado y meticuloso, o tal vez como un estratega sin escrúpulos, pero más allá de lo que externos puedan pensar, estoy enamorado de estar enamorado.

No obstante, es empezar a salir con una chica y subir al estrado: ¿Qué alega en su defensa para mantener dicha relación amorosa? ¿Cómo cuidará las flores para evitar que se marchiten? ¿Será capaz de preservar la dulzura de sus labios sobre los suyos sin ningún atisbo de amargor?

Son preguntas cuya respuesta no hallaría ni el más perspicaz de los filósofos, sin embargo, este joven acusado las tratará de concluir alegando que si el sentimiento se involucra en el argumento, un alegato se transforma en opinión, y que los pleitos se tornan insulsos si sobre opiniones (y no hechos) se tratan, es por eso que solo uno mismo debería juzgar su amor y que lo que nos hace perder el juicio jamás debería ser juzgado.

Nunca Pasa NadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora