No importa la edad de la mujer, siempre le gusta ir de compras. La tarjeta de Ling Sheng contenía el millón de yuanes de bolsillo que le había dado su padre, así como los 500.000 yuanes que le había dado su abuelo antes de marcharse. Cuando se fue de compras, se sintió aliviada y sin complejos.
Nangong Lengyu era la emperatriz que estaba en la cúspide del círculo de la moda. Cuando elegía ropa, su gusto era preciso y exigente. Después de comprar en unas cuantas tiendas de lujo, no le había llamado la atención ni una sola cosa.
Había comido mucho. Después de todo, los manjares de China eran impresionantes. Hacía más de 20 años que no pisaba su ciudad natal, así que, por mucho que comiera, se sentía insatisfecha.
Ciudad M no era ni grande ni pequeña, y no era una ciudad muy próspera. Era una ciudad costera con una industria turística desarrollada.
Aunque Nangong Lengyu se había retirado del mundo del espectáculo hacía diez años, antes había sido la luz de la luna blanca en los corazones de innumerables jóvenes. Ahora que los jóvenes habían crecido y se habían convertido en padres, todavía podían reconocer a la ídolo que una vez habían admirado.
Tras diez minutos de compras, se encontró con más de diez fans que le pidieron autógrafos y fotos. Todos tenían más de 30 años.
Ling Sheng la arrastró a comprar unas gafas de sol. Nangong Lengyu eligió dos similares y el dúo se las puso. Después de conseguir el mismo par de gafas de sol, quisieron conseguir ropa a juego, así que fueron a la tienda de lujo de al lado y cogieron dos conjuntos de ropa aceptable.
Nangong Lengyu medía 1,70 metros, mientras que Ling Sheng medía 1,65 metros. Para ser tan alta como ella, se puso un par de zapatos planos y le compró a Ling Sheng un par de tacones.
"Hermana Yu, no puedo llevar unos tacones tan altos". Cuando Ling Sheng vio los finos tacones, rechazó la idea con fuerza. Era una persona inútil. Si se ponía unos tacones altos, se caería.
Además, se agotaría si iba de compras con tacones.
Nangong Lengyu se puso en cuclillas junto a ella y señaló sus zapatos con el ceño fruncido. "Pero esto es lo único que parece bonito. Sheng Sheng, tienes que aprender a llevar tacones. En el futuro, cuando camines por la alfombra roja, no puedes llevar tus feos zapatos de plataforma. Eso es demasiado degradante. Tienes que empezar a practicar ahora".
Ling Sheng pensó: "Tus palabras tienen sentido, pero no quiero practicar". La miró, sintiéndose agraviada. "¿Puedo no llevarlos?"
Nangong Lengyu negó con la cabeza y sonrió. "No te preocupes, estoy aquí. No te dejaré caer".
Le gustaba la joven que tenía delante, la mirara como la mirara. Deseaba poder tenerla a su lado. Si su Pequeña Xingxing hubiera estado todavía por aquí, seguro que habría sido tan bonita y adorable como ella.
Las dependientas no podían apartar los ojos del dúo. ¿Eran hermanas? ¿O eran madre e hija?
Sus perfiles laterales parecían aludir a ello. Las dos eran muy hermosas. La señora mayor era como una reina, y la joven era como su pequeña princesa. Era tan linda y adorable mientras engatusaba.
Al final, Ling Sheng se puso los tacones. Nangong Lengyu la sostuvo desde un lado, temiendo que se cayera. No estaba acostumbrada a llevar tacones. El suelo del centro comercial era brillante y resbaladizo. Alguien sin la capacidad de controlar su cuerpo definitivamente no estaría acostumbrado a caminar.
A Ling Sheng le gustaba la comida. Mientras ella dijera que algo era delicioso, no podía haber ningún error al respecto.
Después de recorrer la sección de comida, Nangong Lengyu la miró con asombro. "Sheng Sheng, ¿has estado aquí antes? ¿Has comido aquí?"
Ella no había escuchado esos consejos en el pasado y había escogido algunos bocadillos. No habían sido deliciosos, así que al final los había tirado. En cuanto a lo que Sheng Sheng le recomendó, sin duda sería delicioso.
Ling Sheng sonrió con arrogancia. "Tengo el nivel de un chef nacional. Sé lo que es bueno y lo que no".
