Extras Destruction

Extra 2

Hermano

Extra de cuando Marco tenía 6 años y conoce a Bruno.

Marco

Aquí estoy yo, el idiota de Marco, colgando de un tonto árbol, es divertida la historia pero es aún más divertida la vista extraña que tengo al ver el mundo al revés.

Me comienzo a marear pero no se ve nadie cerca, se supone que la tía Gloria estaría en casa pero puso su música para limpiar la cocina y dudo que me escuche desde el parque de enfrente.

Es curioso como un segundo estas casando ardillas bien contento y al otro estas de cabeza con el pie atado a una rama, no recuerdo muy bien cómo fue que mi pobre extremidad llegó ahí, solo sé que comenzaré a ver borroso si alguien no me ayuda.

Logro ver a la tonta ardilla sentada en la rama donde cuelgo, lo sé, se está riendo de mí, la muy astuta me hizo esto y ahora por su culpa me quedaré aquí para siempre siendo parte de árbol y los demás niños se burlaran de mí.

No debí robar ese pan con huevo frito de la mesa, mi mamá muerta debe estar muy decepcionada de mí, tal vez le pidió a la ardilla que me pusiera de cabeza para castigarme.

— ¿Eres una piñata rara?

Busco la voz intentando voltear pero solo veo un niño de cabeza que me mira fijamente.

«Genial, ya llegaron a molestarme»

— No soy una piñata, soy un cazador— le digo para que no me golpee con un palo para ver si me caen dulces.

— Pues no tienes mucha pinta de cazador— ladea la cabeza.

— Estoy cazando ardillas— le explico.

Me sigue mirando como si no entendiera la importante tarea que es luchar contra el régimen de las ardillas asesinas.

— ¿Por qué cazas de cabeza?

— La ardilla lo hizo— señalo a la peluda que sigue sentada en la rama.

El la observa un rato y luego vuelve a mirarme.

— No puedes luchar contra ella sin un láser destructor— se ríe— Todo el mundo lo sabe.

Se ríe de mí de una forma que me dan ganas de hacer que cuelgue conmigo pero por ahora es el único que puede ayudarme.

— ¿Crees que podrías...?

— ¿Ayudarte?— completa la frase por mí.

Asiento y veo como se sube al árbol haciendo que la tarea sea muy sencilla, se monta en la rama y saca una navaja con un cráneo en él mango.

— Yo que tú, me preparo— advierte entre risas.

No sé de que prepararme pero sólo escucho es sonido de la hoja cortando la soga, acto siguiente mi pobre cráneo termina golpeando el suelo, juro que veo pajaritos revoloteándome como en la películas animadas, lo único claros son los ojos azules oscuros que me observan muertos de risa.

— Te dije que te prepararas— me ayuda a levantarme.

— No soy bueno cayendo— me acaricio la cabeza.

Se ríe por un largo rato, su risa es tan ridícula que me la contagia y terminamos los dos riendo como dementes.

— ¿Cómo te llamas?— me pregunta cuando las carcajadas acaban.

— Marco Davis— me presento.

— Yo soy Bruno Meyer, tengo 8 años— levanta el mentón.

— Yo casi 7 pero si le preguntas a mi tía te dirá que tengo 6, no le hagas caso— me sacudo la ropa.