Capitulo 6

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CAPITULO 6: INVITACIÓN

No quiero que me ames, quiero que me mimes, que me digas que soy tu favorita y tu pastel de frutas.

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Suspiro con alivio cuando me siento, el corazón aun me late desesperado y las manos me tiemblan. Aun no puedo creer que haya caído en una red de prostitución.

Qué pena haber ido para allá de seguro todos los que me vieron caminar hacia el club pensaron que yo era una mujer que se dedicaba a la vida. Menos mal olvidaran mi rostro.

Espero que no me hayan seguido. Me muerdo los labios y... eso quiero hacerme creer pero no sé porque creo que me están siguiendo para secuestrarme.

Pego mi cara al vidrio y me concentro en mirar la carretera, necesito algo que me refresque y por eso cuando llego a la parada me voy directo a la panadería a comprarme una malta bien fría.

Me siento en las sillas que son para el público y me como la galleta en compañía con la malta. Me recompongo un poco del susto, porque lo admito, me dio muchísimo miedo, además que, esos lugares así son peligrosos.

La emoción que sentía esta mañana por la entrevista desapareció y ¡Que horrible! ¿Cuántas chicas mas caerán en eso? Y ¿Cuántas mas no aceptaran ese trabajo por necesitad?

Tengo un sabor agrio en la boca del estomago que no se me quita y es por el mal rato.

—No creo que le guste que yo vaya—Rodrigo entra a la panadería en compañía de la señora Patico, carga varias bolsas que imagino no son suyas.

— ¿Qué tiene que ver Jhamil con mi fiesta?

—Que yo no le caigo bien a tu hijo.

—Esas son ideas tuyas, tú le caes de maravilla a Jhamil—que mentira mas grande, Jhamil odia a Rodrigo y a todos los hombres que se acercan a su mama, porque este cree que su mama debe mantenerle fidelidad a su padre ya difunto.

—Patico, me encantaría pero no quiero problemas con tu hijo.

—No habrán problemas, lo juro—la señora Patico se para en puntillas para mirar al chico que despacha los panes y se dirige a este—Un kilo de queso Guayanés, por favor.

El chico acata la orden y Patico se gira a Rodrigo.

>>Te estaré esperando, así que no faltes.

Dejo la botella sobre el mesón y me voy detrás de ellos.

—Hola—saludo alegre olvidando mi entrevista.

—Hola princesa, ¿Cómo te fue en la entrevista?

—No me dieron el trabajo.

—Seguro pensaron que eras muy frágil para un trabajo como ese.

— ¡Claro que no! Yo soy fuerte como una roca.

—En vez de buscar trabajo, deberías buscarte un marido—me dice la señora Patico.

—yo no quiero un marido, estoy feliz como estoy.

—Eso no te lo crees tú— y ya recuerdo porque odio a la señora Patico, porque es una pesada entrometida.

Evito contestar, porque sé que saldrá con las tablas en la cabeza y sé que a Rodrigo le gusta ella, así que... me toca aguantarla.

Ojala Jhamil haga algo para que Rodrigo salga huyendo.

La casa de Patico queda a dos cuadras de la nuestra, así que hacemos una parada en su casa para despedirla y entregarle su mercado, pero lo que veía como un: "te dejo y chao" se ve interrumpido porque Jhamil sale enfurecido de la casa.

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