Capitulo 12: Buscando su instagram

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Cyra

Cuando terminamos las preguntas, Uriel estiro sus largos pies y cerró sus ojos como si estuviera disfrutando de esté pacifico momento. Sin darme cuenta empecé a observarlo, se veía tan pero tan hermoso.

¿Como es posible que este chico no esté en las revistas de modelos?

Lo escanee por segunda vez, porque el aún seguía con los ojos cerrados, y cada vez que lo hacia me daban ganas de tocarlo con mis dedos y lamer su cremosa piel.

Pero lo que más deseo en realidad es experimentar con esas perlas que tiene en su...

Ohhh, por Dios Cyra no pienses en eso ahora. Mi vocecita interna me dijo como si estuviera regañándome al hacer alguna travesura.

—Ey pequeña, ¿que haces mirándome la polla?— Uriel se acercó más hacia mi con una sonrisa perversa en su angelical rostro.

Oh no, no....

Me pillo con las manos en la masa.

Genial Cyra, ¿porque siempre estás destinada a pasar vergüenza?

—Yo...— trague saliva con dificultad y evite el contacto visual con el para que no viera mi cara como un tomate —Tenías un bicho y quería quitártelo era solo eso.

Muy bien Cyra, incluso en estas circunstancias has podido salvarte de esta vergonzosa situación.

—¿Un bicho? —entrecerró sus ojos como si intentara ver si en verdad era cierto lo que le dije— Entonces ahora tu también tienes un bicho —elevo su comisura con una sonrisa sensual y bajo su mirada hacia mis pechos.

Lo peor es que lo que llevaba puesto me hacían resaltar los pezones y él eso lo noto porque se mordió los labios disimuladamente.

—¿Eres un idiota lo sabias?

—No que va, no lo sabía —subió sus ojos azules hasta conectarlos con los míos— Pero lo que sé es que tú —dirigió su dedo en el centro de mis pechos y empezó a bajar lentamente y luego volvió a subir con una lentitud que me empezó causar una sensación tan excitante—Deseas que llegue el día en que destroce tu pequeño y insignificante cuerpo hasta que no puedas más —su respiración estaba agitada al igual que la mía y nuestras caras y cuerpos quedaban muy cerca— ¿Me equivocó?

Mis labios estaban entreabiertos al sentir como jugueteaba con mis pezones sin delicadeza. Sus anillos me rozaban y eso me hacia sentir en las nubes.

Por suerte estábamos debajo de un árbol, y apartados de la gente, porque de lo contrario todos nos verían.

—¿Me equívoco? —repitió por segunda vez al ver que no contestaba mientras que él seguía trazando círculos en mis pezones.

—Te equívocas, no deseo eso en absoluto
—intenté controlar mi voz para que no sonara tan temblorosa por la excitación.

—Claro no lo deseas...—dijo con ironía—Pero vamos a averiguarlo —sin previo aviso metió dos dedos en mi pantalón y se adentró hasta mi parte íntima.

La fricción de sus dedos junto con los anillos que llevaba, me causaron más y más deseo que no quería sentir. Sentí el frío metálico en mi montaña íntima y él sabía lo que hacia, quería saber si estaba mojada y lo estaba, no lo voy a negar.

—Puedes negarlo las veces que quieras pero tú cuerpo habla por si solo, pequeña —chupo los dedos que metió anteriormente en mi coño y me miro fijamente la boca.

Vida Infernal © [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora