Capítulo 4

15 5 2
                                    

Wen Qing comenzó a invitar más seguido a Wei Ying, a lo cual, Lan WangJi secretamente estaría agradecido.

Del discípulo que había tocado a Wei Ying, se le dio un castigo severo después de la charla entre su tío y la mujer de violeta, casi no se le veía en los campos de arroz, siendo lentamente desplazado por sus dos hermanos, quienes ya estaban en la edad de ser empleados a toda regla.

Madame Lan era bastante dura para hablar, pero bajo su capa dura, existía una mujer afable, bastante simpática, solo con buscar perfectamente un enfoque correcto y sacar su lado bueno; eso le había dicho su hermano, pero, por más que quisiera, no dejaba de verla como una intrusa, aunque Wei Ying siempre estaba con ella cada que tenía un tiempo libre, y él no era capaz de acercarse por el extraño sentimiento sobre su cuñada, aunque, un día, su hermano le da directamente a su orgullo, a su mayor debilidad, y le duele la traición.

—Entonces temeré que mi esposa se robé al joven Wei y se lo llevé a una montaña remota a esconderlo si no te le acercas al muchacho —claramente lo decía jugando, pero no soportaría la idea de que alguien alejara al otro hombre de su lado. Así que, ahí estaba, viéndolos discretamente a través de un libro al que no le puso atención alguna después del entrenamiento matutino.

Los dos discutían de algo muy seriamente en una mesa de piedra, con algunos papeles tirados aquí y allá, distinguía que algunos eran talismanes simples o dibujos de dragones. Le estaba enseñando a dibujar. De repente, Wei Ying se levanta de la silla y se encamina hacia él y le deja un dibujo en medio de las páginas de su libro.

—Para HanGuang-Jun.

Y él, simplemente intenta que su corazón no se escape de su pecho y deje una horrenda mancha en sus túnicas blancas hasta las manos del otro hombre, que lo veía con una amplia sonrisa estirando sus labios.

No sabe que responder. Está totalmente atolondrado por el regalo. Generalmente nunca recibe este tipo de obsequios o tributos, siempre siendo espadas, armaduras, armas y dagas peligrosas lo que más llegaba a sus manos, nunca un suave dibujo de sí mismo, sentado mientras lee algo bajo la sombra de un árbol, creyendo que pasaba desapercibido de las dos personas que estaban cómodamente dibujando talismanes.

—Wei Ying es muy bueno con la pintura.

—Y al parecer también con los retratos —Wen Qing, Madame Lan, se levanta con gracia de su asiento y pone educadamente una mano en el hombro del muchacho, que sonríe aún más por el alago, pero Lan WangJi se siente perdido en una marea inmensa de pensamientos y buscando en su escaso repertorio de agradecimientos que decir o que hacer, pero Wen Qing, por primera vez se siente agradecido de su presencia cuando habla por él: —Creo que el Segundo Amo quedó tan embelesado por el regalo, Wei Ying, que incluso no ha prestado atención a nada más que admirarlo. Gracias.

Wei Ying no parecía desanimado ante la obvia falta de respuesta de Lan WangJi, quien asintió a los dos, tomó el dibujo y el libro en sus manos y se marchó a toda prisa, con el corazón en la garganta y el estómago por el trasero de los nervios que brotaron de alguna parte bien remota de su psiquis. Ni cuando fue a su primera batalla, sintió un nerviosismo de tal magnitud.

Sin embargo, Lan Zhan, no era ajeno al sentimiento que brotaba tan aprisa que le provocaba una combustión instantánea. Los Lan solo aman una vez, pero, ¿eso era amor? No lo sabía, pero era algo aproximado, era atracción física y emocional hacia un muchacho que no era consciente de los estragos que causaba en su interior con una sola palabra o sonrisa. ¿Quién diría que este maravilloso general de miles de batallas, invicto, altivo y con tanto honor sobre su cabeza, había perdido una sola batalla a manos de un hombre desarmado, con una sonrisa única en el mundo?

Limpiaré las lágrimas que caen de tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora