CAPITULO 8: LA NUEVA NORMALIDAD

204 14 2
                                    


Viktor se había quedado como ido, sentado en la silla de su estudio, con un relicario sostenido entre sus manos. Las lágrimas de sangre habían parado, pero aun quedaba su estigma marcada sobre su piel, haciéndolo ver como un leproso de la vieja roma, con el rostro cayéndose a pedazos. Pronto Alec, su otro hijo vampiro acudió lloroso ante su padre.

— ¡Tenemos que vengarlo! ¡Ahora mismo! — entro gritando, pero su padre no parecía hacerle caso, tenia la vista aun puesta sobre su relicario. — ¡Padre! ¡Mírame! ¡Déjame matarlo! ¡Matare al elegido! — seguía gritando Alec, el hombre dejo de ver el relicario finalmente, y lo fulmino con la mirada, para en un parpadeo levantarse y tomarlo por el cuello.

— No hay necesidad de gritar muchacho — dijo entre dientes, y entonces escucho lo que parecía ser una disculpa y una suplica ahogada entre la sangre del muchacho, y lo dejo caer al suelo estrepitosamente.

— Padre... ¡No es justo! ¡Otto era tan joven! — comento Alex con las lagrimas rodando por sus mejillas, el padre se puso de rodillas y le paso una calurosa mano por la mejilla, quitando las lagrimas de su camino.

— Lo se, hijo mío... lo se, pero conoces también como yo... la misión que nos fue encomendada, no podemos matar al mocoso... pero eso no significa que no podamos hacerlo sufrir — aseguro el hombre tan frio como pudo sonar, y Alec asintió, dejando caer su cabeza rubia sobre el pecho de su creador, justo como un pequeño niño asustado haría con su propio padre.

* * *

Los rayos del sol traspasaron las cortinas blancas de la casa y Ángel se quedo concentrado en ver como los rayos se proyectaban sobre su piel. Y pensaba en lo afortunado que era, un vampiro normal jamás podría disfrutar de una cosa así, jamás podría ver el sol sin quemarse. Entonces, y antes de que pasara, sus sentidos le alertaron que Demian estaba despertando, moviéndose como una pequeña culebrilla, estirando cada musculo y ligamento de su cuerpo. De pronto, el chico se percato de su presencia y dio un pequeño salto, por el sobre salto.

— Perdón, no quise asustarte. — dijo Ángel en apenas un susurro.

— No, esta... — y un fuerte bostezo salió por la boca de Jeff. — esta bien, es que.... Llegue a pensar que todo lo de anoche era un sueño, ya sabes... los colmillos, mi imitación de la niña del exorcista con todo ese... Ah, y arggg — Demian hacia unas muecas de vomito muy creíbles, que arrancaron la mejor sonrisa en Ángel.

— Lamento que tuvieras que pasar por eso. — murmuro el.

— No te preocupes... yo... pues he pasado por cosas peores. — murmuro Demian miserable, y Ángel no necesito que lo dijera, como para darse cuenta de que estaba pensando en su amigo perdido.

— ¿Con Benny?— sugirió Ángel, y el chico asintió miserable. Era tan trasparente que no costaba nada ver que las peores ideas pasaban por su mente, y Ángel se sintió tan... responsable, que le tomo la mano, y la apretó. — Oye... lo voy a encontrar, te lo prometo. — aseguro.

— Gracias, pero no tienes que mentirme... Benny debe estar muerto ahora — dijo el chico con clara resignación en la voz. Y Ángel apretó aun mas fuerte su mano, cubriéndola con una calidez casi paternal,

— No digas eso... Los vampiros no matan porque si, ellos... se alimentan, juegan contigo antes de quitarte la vida... Y lo creas o no, les interesas demasiado como para acabar con su ventaja. — murmuro Ángel, pues realmente no estaba consciente de lo que decía en voz alta.

— ¿Qué dices? — pregunto Demian sin entender y Ángel se maldijo mentalmente por no poder mantener la boca cerrada cuando debería.

— Nada, yo... no sé ni lo que digo, discúlpame. — pidió Ángel, y el chico asintió, miro un segundo su ropa y se dio cuenta de que estaba cubierto de vomito seco, bueno, no estaba seguro de que fuera vomito, solo de que era una cosa negra muy fea que se adhirió a su ropa, y que seguramente no se quitaría jamás,

ANGEL & DEMIAN: EL NIÑO DE LA PROFECIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora