CAPITULO 9: SALVAJE

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Para cuando Ángel termino de charlar con el sheriff, y entraron a la casa. Se encontraron con que Demian se estaba comiendo todas las galletas de una vieja caja que llevaba mucho tiempo guardada en la alacena. Demasiado tiempo, pues ni siquiera Adrian recordaba cuando las compro.

— Lo siento, me dio hambre. — murmuro al chico apenas ver que los dos hombres se sentaban en la mesa que lo rodeaba, como dos padres apunto de dar una charla sobre sexo, o un regaño por mal comportamiento.

— Esta bien, — dijo el sheriff

— Demian, queremos proponerte algo — dijo Ángel, y el chico lo miro muy intrigado, con la clara duda dibujada en su pálido rostro. — Adrian y yo, estuvimos hablando... Y creemos, creemos que lo mejor para todos en estos momentos, es que te quedes en mi casa, conmigo. — dijo Ángel, mirando expectante la cara del niño, en busca de alguna reacción, del tipo que fuera, pero necesitaba ver algo.

— Uh... ¿Una casa? — fue todo lo que el chico pudo preguntar, Ángel sonrió, porque el pequeño lucia tan esperanzado, que era obvio que jamás en su vida espero que aquello pasara, jamás, y eso era triste de pensar.

— Si, así podría mantenerte protegido todo el tiempo, y... Adrian se ofreció a cuidarte cuando yo no pueda y hasta te va a dar clases. — explico Ángel emocionado.

— ¿Clases?... no las necesito, yo ya fui a la escuela. — argumento el niño indignado y con una cara de asco por la escuela que no podía faltar.

— Bueno, entonces solo serán unas lecciones de repaso... hasta que podamos mandarte de vuelta al colegio. — comento Adrian, el chico miro suplicante a Ángel por que esa idea le parecía mas que estúpida. Pero el vampiro solo lo miro y asintió con una cálida sonrisa, como diciéndole que todo estaría bien.

— Vale... me quedare. — murmuro Demian con la mirada baja, se quedo así un segundo y entonces se fue, dejando a los dos hombres completamente desconcertados por su reacción.

— Creo que... ¿Se molesto? — Adrian no estaba seguro.

— No, no es eso... hay que darle unos minutos. — dijo Ángel que con su oído vampírico podía escuchar perfectamente los sollozos del chico. Entonces entendió, Demian lloraba pero no de tristeza si no de alivio. 

Era la primera vez que un adulto lo cuidaba y eso era triste.

* * *

El cielo comenzaba a tornarse completamente oscuro, en Woodstock los edificios viejos siempre parecían bañarse con una luz anaranjada, la luz del precioso atardecer que podía ser contemplada desde cualquier lugar y verse siempre hermosa.

La mayoría de los jóvenes estudiantes solían llenar las calles de vida, mientras sus fuertes voces se encargaban de hacerlos escuchar, mientras que los adultos, algunos regresaban de sus trabajos a sus casas, mientras que otros, principalmente las mujeres, salían a hacer las compras para la cena, o simplemente a pasear a sus perros. Otro era el caso de Teresa, una de las jóvenes más populares del instituto, que siempre se la paseaba hablando por celular a todo el mundo. De hecho, a la mayoría de las personas les parecía la joven mas fastidiosa y engreída que podía existir en el mundo, siempre dispuesta a tener la última palabra y a provocar a cuanto chico se le pusiera enfrene. Feos, guapos, modelos de revistas, todos parecían tener un encanto por ella.

La joven Teresa doblo en la esquina de la calle Lariss e hizo el ademan de saludar a la señora Mills, pues estaba demasiada ocupada hablando con su teléfono que no podía decir ni una palabra a la anciana. Siguió caminando, y estuvo apunto de ser atropellada por la bicicleta de Timmy Taylor.

ANGEL & DEMIAN: EL NIÑO DE LA PROFECIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora