004 | Green eyes

34 7 55
                                    

Dusan.

Un pitido provocó que abriera los ojos y me incorporara para callar el puñetero ruido que no me dejaba dormir, me sentía mareado y la falta de luz hacía un poco difícil mi tarea.

Odiaba que me levantaran sin mi consentimiento, daba órdenes claras de que nadie molestara mi horario de sueño pero parecían no entenderlo.

Llevé mi mano izquierda a la cabeza cuando una punzada me taladro el costado, los dolores de cabeza estaban empezando a ser recurrentes y eso no hacía más que aumentar mi mal humor.

Metí la mano abajo de la almohada y conseguí el aparato que no paraba de sonar, mire el identificador y tan solo ver el nombre que aparecía bastó para elevar mi enojo a niveles sorprendentes. Considere no tomar la llamada pero Alexander Gunn, el hombre que se hacía llamar mi padre no iba a parar de joder hasta que le respondiera. Así que a regañadientes, conteste.

—¿Me puedes explicar por que mierda me estas llamando a las cuatro de la madrugada?—brame.

—Buenos días Dusan, tan educado como siempre— su tono burlón hizo que apretara los dientes, carecía de paciencia y él lo sabía.

—Al grano—lo escuche suspirar.

—Intente hablar bien pero contigo como siempre nunca se puede—se quejo—¡¿Me puedes decir tu a mi por que cojones no te has presentado por acá?!—casi grito y se acabó su tono burlón.— No has venido en todo el mes, ¿te crees que es un juego?

—Vuelve a levantarme la voz y te cuelgo, no soy tu empleado como para que me hables como te plazca—advertí, mi dolor de cabeza solo empeoraba— Y si no he ido es porque no tengo tiempo.

—No tienes tiempo— repitió con sarcasmo—¿Y eso a mi que?, ¡pues te haces un espacio y ya! pero quiero que vengas mañana a primera hora y te dejes de estupideces—ordenó.

—¿Te crees que soy un mocoso para que me estés diciendo qué hacer?—me burlé.—Que no se te olvide que tengo una empresa que dirigir, si tanto me necesitas búscate un espacio en mi agenda y déjame de joder.

—A mi me cuidas el tonito, que no se te olvide quien soy.

—Vete a la mierda—colgué y lancé el celular lejos de mi, no me interesaba seguir soportándolo.

Me paré de la cama y comencé a abrir cajones en busca de mi medicamento, sentía que la cabeza me iba a explotar. A la falta de encontrarlo no me quedó de otra más que llamar a Julietta, la mujer de servicio que ha estado más de 20 años en la familia y no dudo en venir conmigo cuando decidí vivir solo.

—¡Julietta!, ¡¿dónde está mi medicamento?!—grite en el intercomunicador que tenía en una esquina mientras presionaba el botón que hacía sonar un timbre, ambos sonidos se escuchaban en la cocina y cerca de donde ella dormía.

No pasaron ni diez minutos cuando escuche sus pasos apresurados acercarse, toco la puerta para después abrirla y entrar con una bandeja en manos, contenía pastillas y una jarra de agua con su respectivo vaso.

—Déjalo y lárgate—me llevé una mano a la cabeza cuando una punzada volvió a atravesarme causando que me apresurara a tomar las pastillas y pasarlas con agua.

⁕⁕⁕

—Señor—la voz de Julietta provocó que volviera a abrir los ojos. Me había quedado dormido sin darme cuenta, me talle la cara y dirigí mi mirada hacia ella incitándola a hablar—Su madre está abajo, entró sin pedir permiso.

Resople mientras me sentaba, hoy parecía ser el día de joder a Dusan, Anastasia no me visitaba mucho y si lo hacia era por cosas absurdas, intentaba ser tolerante con ella pero a veces acababa con mi paciencia y solo la quería fuera de mi vista.

DánaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora