002 | Perceptive

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El sonido de mis tacones al impactar contra el suelo de cerámica era lo único que se podía escuchar mientras me aproximaba en el angosto pasillo, el brazalete que adornaba mi mano izquierda destellaba gracias a la luz natural que se filtraba a través de los grandes ventanales; era un lugar bonito y sofisticado.

No tarde mucho en llegar a la que parecía ser la recepción, donde en un alto escritorio negro con la palabra GUNN en letras doradas escrita en el centro se encontraba una mujer pelirroja la cual no tardo mucho en reparar en mi presencia. Una leve sonrisa se extendió en sus labios color melocotón mientras que con un tono que me supo agradable soltó :

—Bienvenida a GUNN ,Dánae, ¿cierto?—saboreó. Batió sus pestañas y salió de su lugar— nunca lo había escuchado, es muy bonito.

Lo sé.

—Gracias— forcé una sonrisa amable.

—Mi nombre es Miranda y seré la encargada de darte la introducción —su sonrisa se ensanchó mientras se acercaba a mí— Prácticamente te enseñaré las zonas claves y te diré lo básico que debes saber antes de iniciar— asentí. Con un ademán me invitó a caminar a su lado.

—Bien. Es una empresa muy grande, no podría mostrarla toda pero prepare unos papeles con ayuda el arquitecto donde intente plasmar toda la zona, te los daré al final— comenzó mientras nos guiaba a otro corredor aún más grande que el anterior: — Por aquí es la entrada principal a las áreas principales; administración, ventas, producción, contabilidad y finanzas.

Cuando entramos al lugar lo primero que percibí fue un leve olor a menta y hierbabuena. La melena pelirroja de Miranda se meneó un poco cuando giro a mi dirección :

—No será difícil ubicar las zonas ya que están marcadas con una serie de colores, lo agregue a los papeles, así que no te preocupes por eso— escanee rápidamente mi alrededor, realmente era muy grande, todo gritaba dinero — ahora, iremos a lo más importante para tu puesto— dijo así para reanudar su andar conmigo detrás de ella.

Le di una mirada al discreto reloj que se encontraba al lado de una puerta. Estaba cerca.

Uno.

Dos.

Tres.

Cuatro.

Cinco...

Sonreí cuando escuché pasos aproximándose, volteé y a los pocos segundos un hombre de mediana edad atravesó el pasillo por el que habíamos pasado, era un guardia.

Sonreí cuando escuché pasos aproximándose, volteé y a los pocos segundos un hombre de mediana edad atravesó el pasillo por el que habíamos pasado, era un guardia.

—Señorita Korh, disculpe la molestia pero ha llegado una grúa, hay inconvenientes con su auto.

El gesto sorprendido de Miranda fue algo entretenido de ver, reprimí la risa que amenazó con salir apretando mis labios mientras le dirigía una mirada amable.

—Ve—le sonreí sin despegar los labios.

—Per—.

—Está bien, de hecho estaba apunto de preguntar donde estaba el tocador—interrumpí causándole una sonrisa aliviada.

—La habitación de servicio más cercana está cruzando el pasillo izquierdo, tiene una marca. Prometo no tardar—dijo para después emprender su andar junto con el guardia, mi sonrisa se ensanchó cuando mi celular vibró.

—Está limpio, las cámaras no están funcionando—la voz emocionada de Bruno llenó mis oídos en cuanto descolgué mientras me introducía al elevador.

—¿Cuánto tiempo tengo?

—Quince minutos, a lo mucho veinte—fruncí el ceño mientras oprimía el botón número siete.

—¿Qué?, ¿sabes lo grande que es esto?,—regañe— la jodida oficina está en el último piso.

—¡Oye!, hice lo que pude—defendió —además, ya me encargue de la puerta, lo tienes libre.

—Sería el colmo si no—bufe.

—Un gracias Bruno, eres genial, no estaría mal—murmuró.

—Cállate.

—Sí señora—rodé los ojos.

Salí del ascensor, el último piso tenía un leve parecido con la recepción ya que tenía el mismo escritorio en un costado, en medio se encontraba una puerta, me dirigí hacia ella y la abrí. Enarqué una ceja ante lo que se presentó, la oficina realmente era grande aunque escaseaba de decoración, lo único que destacaba era la pared de vidrio que se encontraba detrás del escritorio y enfrente de mi.

—Estoy dentro—anuncié.

—Procura ponerlas en sitios donde se puedan adherir con facilidad.

Analice el lugar mientras abría mi bolso de mano y sacaba la tableta de micro cámaras, acomodé el celular entre mi hombro y oreja así teniendo mis manos libres. Mire el techo, si me subía al escritorio podría alcanzarlo.

⁕⁕⁕

Una hora después ya me encontraba en mi departamento destapando una botella de vino, tomé dos copas y vertí el líquido carmesí en ellas.

—Entonces... pusiste cámaras —la voz divertida de Shoruk me saco una pequeña carcajada.

—Si— afirmé mientras le tendía una copa y me sentaba a su lado.

—Diablos Dana, a veces me preocupas.

—Puedes estar tranquila—la puerta hizo un sonido y segundos después la anatomía de un feliz Bruno entró por ella.

—¡Ya llego por quien lloraban!—grito provocando que apretara los labios hastiada, mi atención se desvió al maletín que llevaba.

Bru—saludo Shoruk.

—¿Qué hay shushu?—dejó el maletín en la mesita de estar y se dirigió a nosotras—Hola querida jefa maquiavélica, ¿Cómo se encuentra esa cabecita del mal?—sonrió mostrando sus dientes provocando que resoplara y Shoruk riera.

—A lo que viniste—ladre.

—Uy, que humor, ¿Por qué no me da una sonrisa?—intentó acercar sus manos a mi cara pero lo detuve con un manotazo—¡Auch!, que agresividad, ¿Por qué el mal humor?, si sigue así le saldrán canas—le di una mala mirada provocando que levantara los brazos en señal de paz.

—Está bien, está bien—se dio la vuelta para tomar el maletín y abrirlo, mostrando una especie de laptop— aquí se verá lo que filmen las cámaras, realmente es muy fácil de usar. Se puede controlar el ángulo, la calidad, el sonido y también es resistente al agua —me lo tendió — no tiene contraseña—finalizó para después lanzarse al sillón de tres plazas que se encontraba enfrente de nosotras.

Escudriñe el artefacto, tenía funcionamiento táctil y al lado izquierdo se encontraba un lapicero electrónico. No era nada fuera de lo común y eso fue lo que me agrado. Lo cerré y me dirigí a mi habitación donde lo guardé en un compartimiento que tenía debajo de la cama. Recogí mi cabello en una coleta alta, tomé un abrigo y salí.

—Vamos—le dije a Shoruk mientras tomaba lo necesario.

—¿A dónde van?—preguntó Bruno adormilado.

—Se acerca mi primer día de trabajo—sonreí con sorna—debo estar presentable.

DánaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora