CAPÍTULO 7: CUEVA DE RECUERDOS

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Mis sentidos se agudizan y siento un olor desagradable y espantoso a su vez. Cubro mi nariz y boca mientras camino, poco a poco me encuentro con la sorpresa de que estoy en una cueva. Está repleta de objetos perdidos y olvidados, ¿A qué huele el olvido y la tristeza? Imagina que te regalan los tennis que siempre quisiste para bailar; al principio no dejas de usarlos, poco a poco pasa el tiempo y salen unos tennis nuevos, digamos que mejores y te los compras, desechas los viejos y yacen olvidados en el ático.

Pasan los años, decides limpiar el ático y los encuentras. No recuerdas el día en que los olvidaste, huelen mal y digamos que puede ser por el tiempo, humedad o el simple hecho de estar olvidado.

Esto pasa con las personas; al no darle la compresión necesaria, al olvidarlos, esa persona se sentirá de la misma manera (desechada, inservible e incluso olvidada).

Esta cueva es un depósito de objetos, de momentos marcados. Está aquella carta que entregaste con amor a tu pareja, aquella rosa que le entregaste a tu madre en su día, aquel carrito de juguete que te regalaron en el jardín de niños, la pelota y la bicicleta con la que pasaste las tardes jugando.

Dicen que todo y todos somos reemplazables, yo no lo creo así.

Si algo te marcó para toda la vida, y en algún momento lo encuentras, y recuerdas, y sientes lo mismo, entonces nunca fué reemplazado el amor o digamos "cualquier otro sentimiento" Simplemente nunca será tachado.

- ¿Qué es eso? - pregunta SAN.

Encuentro aquel control de videojuegos que me regalaron mis padres, y recuerdo que era algo que deseaba mucho en navidad. Revivo ese momento de alegría que sentí, la tristeza que sentí, lloré de felicidad y reí de tristeza.

Ese momento fué y es irremplazable.

Podrás tener cantidad de objetos mejores, pero el amor combinado con el detalle y la satisfacción de darle a alguien algo que realmente quiere, es único.

Mi corazón se entristece, y digo «¿Cómo me descuidé y aparté todo eso de mi vida?» los seres humanos somos así, vivimos de a momentos. Así no quieras, están marcados en tu ser, y te alegrará saber que esas cosas, sentimientos y personas, no las has abandonado. Camino escalando esos escombros arrumados de recuerdos concentrados, noto que son demasiados, no simplemente míos, sino de las personas que he llegado amar y no he olvidado. Montañas y montañas de recuerdos veo en el horizonte, e intento seguir el ritmo que llevo, cargando con el peso de aquellos recuerdos.

- Los recuerdos y sentimientos nunca se pierden, se almacenan en algún lugar en el alma. Solo tú eres capaz de liberar aquellos recuerdos y sentimientos a tu voluntad y hasta bloquearlos. No es fácil, pero tampoco imposible - menciona SAN.

Sigo escalando todos esos escombros y objetos, buscando un camino, donde sin saber salí de allí. Me siento bien y me encuentro feliz, mucho más tranquilo en mi alma. En mi mente reposa esa luz, ese lago, esos espejos, ese muro, esa cueva.

Le agradezco todo lo vivido y lo que tuve que soportar, para volver a seguir viviendo y caminar, te agradezco a ti 18 por todo, igual.

Siguiendo mi rumbo pensando, recopilando y sintiendo. Es como vivo y he soportado el reflejo de mi alma, que he vinculado la templanza de mis actos que he decretado, creído, ya que sigo luchando me pregunto ¿Qué más se aproximará a mi camino? De pronto siento un fuerte empujón, una fuerza de gravedad inmensa que me empuja hacia abajo, por un túnel oscuro.

- Tú eres el culpable de todo... te odio - me susurran.

- ¿Qué? - exijo.

- ¿Qué? - exijo

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AQUEL 18 (SAN Y TÚ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora