Relato #9

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¿Que tienes tu en esa mirada? ¿Qué esconden esos grandes ojos? Cada vez que los miro me hundo como si fueran un mar profundo. A veces trato de leer tus miradas, trato de entender tus sonrisas. Decodificando cada señal que emana tu cuerpo. ¿Coqueteo? Aún no estoy seguro. Pero lo que si estoy seguro es que tienes la facilidad es de robar mi atención. Cada movimiento tuyo a veces viene cargado de emociones, de seducción, picardía y una que otra atracción fatal que lo que provoca es caer en tus redes. Cada movimiento involuntario de tu cabello me atrae. Ese cabello rubio cobriso y largo que cuando lo mueves genera y activa tus feromonas, esas mismas que me atraen hacia ti.
Esa sonrisa, esos labios tentadores, que cada vez que me hablan quisiera brincar como fiera salvaje y comerlos a besos. Sentir el sabor de esos labios tentadores, que tu aliento que me lleve mas alla de las más bajas pasiones... cada vez que me aproximo a ti me atacan las ganas de tomarte, que nada importe mas que ese momento en que se crucen nuestras miradas. Desearía sentir tu voz susurrándome mientras te beso, mientras mis manos te acarician lentamente todo tu cuerpo. El mismo que me encanta ver caminar de un lado a otro y que cuando se me acerca me hace tener los más lividinosos pensamientos.
Sobre todo cuando tan inocentemente dejas medio ver el escote de tu blusa, ese par de pechos atractivos que exhibes con tanto orgullo en ocasiones. Provoca es arrancar los botones y dejarte al descubierto. Agarrarte por la cintura y que te sientes en mis piernas, rodeando mi cuerpo con las tuyas. Y así poder ver y sentir toda tu figura frente a mi. Dejando caer tu cabello y ocultando tu cara frente a mi, tus manos me toman por mi rostro controlandome mientras me besas con infinita pasión, cada beso lo das con un toque de ternura y lujuria loca.
Mis manos, te recorren la espalda, explorando con el sentido del tacto cada centímetro de ti, tus grandes caderas, tus apetecibles nalgas, apretando cada una, mis manos se quedan pequeñas al adueñarse de ellas…Me provocas, me seduces, mi respiración se acelera al punto de sentir que me falta el oxígeno, termino de despojarte de la blusa que llevas puesta, y con una sola mano desprendo tu brasier rojo de encajes. Allí están sólo para mi, ese par de senos redondos y voluptuoso con algunas pecas, que sólo provocan ser besados y acariciados con pasión y ternura. Tu te levantas, pero no dejas de besarme, desabrochas tu pantalón, broche a broche, te desprendes de tus zapatos, y dejas caer los jeans. Mi corazón bombea más fuerte, la sangre fluye por todo mi cuerpo con gran rapidez. Verte completamente desnuda, sentir tu piel, tu calor, sentir tu aroma… Tus besos fueron cambiando de rumbo, te adueñaste de mi cuello, mientras me decías pequeñas palabras para provocarme cada vez más. Te arrodillas, te pones frente a mi. Desabotonaste mi camisa, unas manos suaves y bien arregladas empezaron a acariciar mi pecho, recorrías con tus uñas cada parte de mi como queriendo clavarlas o dejar la marca en mi piel. Llegaste a la hebilla de mi pantalón, increíblemente, la desarmaste. Desabrochas con rapidez y notas que mi miembro quiere salir de esa cárcel, ya no aguantaba estar allí, me pides que me levante un poco y así me despojas del pantalón dejándome sólo el bóxer. Sonríes con suma picardía. Te levantas, me das la espalda, y recogiendo tu cabello empiezas a moverte, a seducirme con algunos movimientos sensuales, te sientas sobre mi y empiezas a menear tu gran trasero. Me querías hacer explotar. Tomaste mis manos, y las llevaste a tus pechos pidiéndome que sintiera y te acariciara con fuerza. “Siéntelas” gritaste entre dientes. “Se que morías por tocarlas, por hacerlas tuyas, aquí me tienes. Dime si te gustan, dime lo que sientes…” Tu voz era tan dulce, tan seductora. Tus senos tan grandes y firmes. Tus gemidos tan mágicos y encantadores. Que mi reacción fue empezar a morderte levemente por el cuello como si fueras una presa fácil de un vampiro adicto a tu sangre. Suspirabas con gran placer. Pero aún no me tenías donde deseabas. Tu no eras mi presa, lo era yo…


Continuará.



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Besitos.


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