Relato 11

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«Noches largas para mi esperándote y noches cortas para ti extrañándome…
Porque cuando esperas el tiempo desespera, y cuando extrañas el tiempo avanza.» ¿Recuerdas ese mensaje? No dejo de leerlo uno y otra vez, me asomo en la ventana y miro al cielo, esperando que miremos la misma estrella y se conecten nuestros pensamientos. Me acuesto en mi cama y mirando el techo te dibujo, puedo ver tu sonrisa y el lunar que te adorna los labios rosados y provocativos, tus ojos café, esos ojos que me quitan el sueño y tus lindas pestañas que llenan de alegría mi vida cada vez que me guiñas el ojo. Tus hermosos senos, firmes y tentadores como melocotones, mis manos y mi boca extrañan su dulce sabor y tu piel suave. Morderlos y lamerlos sabes bien que es mi perdición, más aun cuando me miras hacerlo y te muerdes los labios y dejas escapar tus gemidos y suspiros. Te extraño… Desnudando mi cuerpo junto al tuyo y haciéndonos un solo cuerpo. Una cama llena de pétalos de rosas blancas… Porque el rojo lo dejo yo en tus nalgas cuando me adueño de tus deseos. Son mis manos las que se aferran a tus caderas apretándote con fuerza y haciéndote gritar con cada una de mis embestidas contra tu cuerpo. Grita mi nombre, golpea la cama, pídeme que no me detenga. Extraño hacerte sentir los más apasionados orgasmos, ver tu piel erizada cuando mi mano se aferra de tu cabello y mi mis labios te susurran al oído: «A veces el pecado es la entrada al paraíso» y pensar que nunca imagine lo mucho que alguien pueda hacer que mi deseo pierda el control y se vuelva tan fuerte. Pero llegaste tu a descontrolarme, hacer que mis piernas tiemblen y mi respiración se acelere.
Me gusta cada pequeño detalle, desde el momento en que empiezas a jugar conmigo hasta que me dominas por completo la mente.
Me gusta ver como desabrochas lentamente el botón de tu pantalón y abres tu blusa, mientras la ropa va desapareciendo mas me desespero por sentirte. Mis ojos te acarician y puedo sentir el calor de tu cuerpo a través de ellos. Me encantas en bikini. Como se resaltan tus sexys curvas y dejas ver los dibujos y palabras que adornan tu piel. No me aguanto más y me robo tus besos… Mis manos te empiezan a tocar… Dejas escapar un leve gemidos y se hacen cada vez mas fuertes. Se que te encanta sentirte dominada, hacerte sentir vulnerable, cierras tus ojos al sentir mis manos entre tus piernas.
Te hago sentir en ese momento que eres la protagonista principal y toda tu atención la tengo puesta en mis ojos.
Sabes como manipularme para conseguir lo que quieres, logras que haga lo que te plazca, me dejas tocarte, besarte, lamerte, morderte, me agarras y me miras diciendo: «Hazme tuya.
Me estoy volviendo adicta a tu cuerpo, a tus palabras… a esa sensaciones que provocas en mi… Quitame el bikini y adueñate de mi, hagamos realidad mi fantasía.»

Tu boca de apoderó de mis labios y tus besos me desconectaron del mundo que siempre creí que era el real. El olor de tu aroma era de pasión y locura, a solo segundos del comienzo de la lujuria y la ternura. Esa mezcla de ángel y demonio… Ángel cuando me besas con los ojos cerrados y susurras mi nombre y me dices cuanto me quieres, cuanto me extrañas… Demonio cuando muerdes mis labios y abres tus ojos y me miras con picardia y me dices: «Eres mio carajito». Eres ángel cuando respiras cerca de mi piel y acaricias mi cabello suavemente con tus bellas manos. Demonio eres cuando muerdes mi cuello y son tus uñas largas las que se clavan en mi piel dejando por mi espalda, pecho y piernas las marcas de tu euforia cuando nos hacemos el amor. La brisa con olor a playa, el sol en el ocaso, tu dulce humedad sobre mi cuerpo, tus lentos movimientos de cadera y tus gemidos como cantos de sirena, hacen perfecta la velada de nuestra fantasía frente al mar. ¿Pero mejor nos vamos a la habitación? Siento que ya son muchas las personas que están disfrutando de nuestra función…

Ya en la habitación nos olvidamos de las miradas de asombro de la gente que estaban un poco cerca de nosotros y que por algunos minutos disfrutaron de nuestra escena de sexo tierno y apasionado… Pero darían lo que fuera por vernos a partir de este justo momento. Ver como te arranco el bikini y te dejo al desnudo por completo. Ver como te beso con pasión los labios te llevo hasta mi cama, te acuesto e inmediatamente llevo mi boca entre tus piernas y te hago disfrutar del placer oral que fluye de entre mis labios y me lengua. Sentir ese dulce sabor de tu humedad seguido de tus uñas en mi cabeza, tus dedos entre mi cabello, guiándome, empujándome cuando quieres más fuerte o levantándome la cara cuando simplemente quieras ver mi cara de placer desmedido. Me dejas subir por tu abdomen pasando mi lengua por tu ombligo y subiendo hasta tus senos. Allí me detengo a degustar y morder uno por uno hasta escuchar tus quejidos y tu risa causada por mi lengua en cada uno de tus pezones. Justo allí es cuando siento tu mano acariciando suavemente mi erección y me pides que suba hasta dejarlo muy cerca de tu boca. Es increíble sentir como lo llevas desde la punta hasta casi el final intentando una y otra vez hasta lograr engullirlo por completo y hacerme una garganta profunda, rozando tu nariz con mi abdomen y mis gemelas en tu barbilla. Tus ojos se llenaron de lágrimas pero tu sonrisa de satisfacción me hacia excitar mucho más. La maldad te invadía, querías verme gritar tu nombre… Sentir que casi me hacías llegar al clímax con solo tus labios y tus manos. Es que con solo ver tu cara era suficiente para mi para hacerme sentir cerca del orgasmo. Sabes bien que soy muy visual con las expresiones de tu rostro. Y esa carita de niña mala me enciende cada vez que tu y yo nos devoramos en la cama. Adoro verte lamerlo y manosearlo, que lo pases por tu cara, por tus senos y al fin me pidas que te penetre… ¿Recuerdas? Subiste tus piernas sobre mis hombros y tu misma tomaste el control a pesar de estar acostada de espalda movías tu pelvis y caderas en sincronía con mis embestidas. Tus manos sobre tus senos clavando tus uñas como tanto a mi me gusta verte…

Tenerte en mi cama, tener el control sobre tu cuerpo y tu mente. Adueñarme de tus gemidos y movimientos de tu cuerpo. Tus caderas se menean al ritmo de la música de fondo, mi erección se incrementa con cada impulso hacia atrás y ya puedo sentir toda tu humedad salpicar mis piernas. Verte abrazar y morder la almohada me calienta cada vez más. Escucharte gritar y gemir, soltar algunas palabras de lo que siente… «Que rico… No pares… Dame más… Dios… Que divino… Me estas matando… Siiiiiiii… Así… Tómame del cabello… Azotame… Coñooooooo…» y pare de contar cuantas otras más que no puedo dejar plasmadas en mis letras por la censura… ? Hasta que mis manos no me ardan por las nalgadas que te doy no me quedo tranquilo. Adoro verte soltar esos ricos quejidos de placer y dolor seguidos de una mordida de tus labios. Verte apretando las sábanas con ganas de arrancarlas. Que voltees a verme la cara de placer y perversión que pongo cuando te estoy disfrutando. Que veas mi sudor caer sobre tu espalda y me pidas que no pare hasta explotar en un clímax, un orgasmo que nos deje el cuerpo temblando. Caer en la cama sin aliento y quedarnos abrazados, dándonos los besos más dulces y tiernos, risas y pícardia, justo es el momento donde nos vence el sueño quedándonos dormidos hasta el amanecer… Al despertarme ya te habías vestido y el desayuno estaba en la mesa. Te acercaste hasta la cama me tomaste de la mano, para que no me levantará aun, me abrazaste y te despediste dándome un beso en la frente y devolviéndome el pago que te había hecho cuando llegaste en mis manos diciéndome: «Me diste el mejor sexo de mi vida… Creo que el servicio me lo diste fue tu a mi… Si me quedo un minuto más… Creo que me haré adicta a ti…

Los Placeres De La VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora