Capítulo 5

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Veía a Luke en los corredores siempre con su mirada cabizbaja. Cada día, combinaba de forma diferente su ropa. Michael en aquel momento pensó el infierno que viviría si su instituto fuese uno donde solo permitieran uniforme escolar. Las veces que lograba animarse e ir a la escuela para poder graduarse en algún minuto, siempre veía a Luke solo, en una posición de defensiva, intentando pasar desapercibido entre la multitud.

Un día, Michael entró al baño de la escuela solo porque se había aburrido en las estúpidas clases de historia y quería un respiro. No le encontraba sentido a aprender cosas sobre personas muertas, o guerras que ya sucedieron. Prefería que los muertos descansaran en paz. Bueno, al adentrarse al baño de varones solo escucho sollozos, risas y golpes.

De inmediato una alarma se encendió en él, odiaba a los bravucones y el acoso escolar, así que en un respiro, estaba empujando a los 3 adolescentes que pateaban a otro chico en el húmedo y sucio suelo del baño. Golpeó los estómagos de los acosadores, sabía con aquello sería suficiente, era más que obvio que no tenían prácticas en peleas, solo en atacar a los indefensos. Asustados, se marcharon del baño jadeando por la falta de respiración y dolor, Michael ya adivinaba que se dirigirían a la enfermería y dirección para acusarlo de los golpes.

No le importaba otra suspensión. Ya tenía demasiadas.

Se acercó y con mucho cuidado guió un mano hasta la espalda del pobre chico. No sabía que tan golpeado y herido estaba, tampoco quería asustarlo y mucho menos quería que él se sintiera peor, así que debía ser sigiloso con sus movimientos.

—Hey, todo está bien ahora, ellos se fueron. ¿Cómo te llamas? 

Poco a poco, el adolescente se sentó en el suelo, dándole la espalda a Michael. Se quejaba del dolor, así que Michael apostaba que había recibido patadas quizás en su estómago, costillas y espalda. Iba a decirle que se quedara quieto, sin embargo, ninguna palabra salió de su boca cuando logró voltear su rostro el chico y vio aquella maravillosa nariz respingada, sus rosados labios perfectos, sus rubias pestañas y por fin conocía aquellos ojos azules.

—Luke.

Apenas había sido un susurro, por su rostro corrían lágrimas y había una mueca en su rostro, pero Michael estaba feliz porque: uno, podía hablar. Dos, por fin había conocido al chico tímido de los pasillos y tres, sabía su nombre.

—Luke, soy Michael. ¿Puedes moverte o necesitas ayuda? ¿Hay algún lugar que te duela mucho más que otros? Deberías ir a la enfermería pero estoy seguro que no querrás estar en el mismo lugar que esos estúpidos que te hicieron esto. ¿Tienes a alguien que venga por ti? 

Luke solamente lo observaba, veía aquellos ojos verdes y de verdad se maravilló de las tonalidades de estos, no eran demasiado claro, tampoco muy oscuros y tenían un brillo de preocupación. El chico frente a él, tenía el cabello tinturado de negro y lo reconocía porque había escuchado rumores de él: era mucho mayor a todos, se saltaba las clases, reprobaba materias, tenía una motocicleta, iba a carreras clandestinas y se enfrascaba en peleas. Era alguien que podría describirse como peligroso.

Pero él lo salvó.

—Me cuesta respirar —apenas susurró, llevando sus manos hacia su costilla derecha.— Me duele.

Sí que duele —apoyó Michael porque tenía experiencia, pero le sonrió. No quería asustarlo, que pensara que era algo grave (que posiblemente lo era), tenía que calmar a Luke, no podía estresarlo más de lo que seguramente estaba.— ¿Puedes ponerte de pie o quieres ayuda?

—Por favor —suplicó Luke y Michael asintió, con mucho sigilo, llevando sus manos hasta las caderas de Luke y mientras Michael se levantaba, atraía a Luke a su cuerpo. No era pesado, era realmente delgado. ¿Comía bien? Luke, ¿estaba bien?

Lo guió hasta el lavamanos y abrió la llave, Luke de inmediato comenzó a lavar sus manos, su rostro con restos de lágrimas, mientras que Michael buscaba papel para que se secara. Levantó su mochila y comenzó a reunir los papeles, libros y cuadernos que eran un desastre en el suelo.

Sin embargo, una de las hojas, le llamó la atención.

Sin embargo, una de las hojas, le llamó la atención

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—¿Tú dibujaste esto? —consultó. Luke volteó su húmedo rostro y asintió con timidez, aún con la mueca de dolor en su rostro.— ¡Tienes mucho talento! ¿Te interesa diseñar?

Si —susurró el rubio adolescente, viendo como Michael terminaba por guardar sus cosas, cerraba la mochila y se ponía de pie, para acercarse a él.— Muchas gracias, Michael.

¿Por qué?

Sin preguntar, abrazó por la cintura a Luke, escuchó su quejido y poco a poco comenzó a caminar, para salir del baño.

Por salvarme de estos idiotas.

Michael sonrió, lamentablemente Luke no lo miraba:— No tienes por qué agradecer. Vamos a la recepción para que llames a alguien y vengan por ti.

Michael suspiró y volvió al presente. En algún momento se quedó dormido viendo una película, así que de inmediato apagó su computadora y las luces, para recostarse como debía, donde al otro extremo de la cama, estaba recostado Luke dándole la espalda, tal como la primera vez que hablaron.

Se acercó con sigilo a él y lo abrazó por la cintura, acurrucando su rostro en la espalda de Luke, sintiendo como el rubio se movía.

—No, gracias a ti.

—¿De qué hablas? —murmuró el somnoliento rubio hombre, bostezando al terminar sus palabras. Michael sonrió, y tal  como en aquella ocasión, Luke no podía mirarlo.

—Yo no te salvé de ellos, tú me salvaste a mi.

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Secreto »MukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora