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Cada uno de ellos por sí mismo, vive y muere sin un Dios que destino alguno les ordene.
Cada uno de ellos nace antes de tener alma y muere sin convertirse en espíritu, y a pesar de ello,
no puedo sino llamarlos "personas". Aunque para la mayoría no sean parte siquiera del tipo más
perturbado de realidad, ellos están y estarán siempre frente a los sentidos de cualquier loco que les
quiera escuchar.

Eso estaba escrito en el diario de Julián Martínez, marcando la fecha del 26 de noviembre de un año que no vale la pena recordar.

Julián nunca tuvo suerte en nada que fuere realmente importante en la vida cotidiana; nunca se
ganó una rifa en el colegio y jamás soñó con obtener algún tipo de reconocimiento... bueno, tal vez sí lo hizo, antes de que su falta de talento le forzara a comprender y aceptar su realidad.

A los 29 años tenía cualidades que muchos envidiarían: un trabajo estable como profesor de matemáticas de enseñanza básica, dos perros con muy buena salud y un departamento auspiciado por su hermano mayor. Aunque si habláramos sobre su mente, las cosas serían un poco distintas, pues Julián era ¿Cómo decirlo? Deprimente. Cada día al llegar a casa se sentaba frente al escritorio, abría su computador y miraba la página en blanco donde se suponía escribiría su intento número Trescientos setenta y cuatro de novela, que según él, esa vez no fallaría en el concurso al que todos los años desesperadamente postulaba.

"¿Por qué un profesor de matemáticas anhelaba tanto un premio de escritor?" Sería una buena pregunta, pero mal formulada. Lo que debería ser preguntado en realidad debe ser: "¿Por qué un escritor frustrado trata de ser un profesor de matemáticas?". La razón, por seguro no era deseos de servir o vocación.
Luego de tres desastrosos resultados en la prueba de selección universitaria, nuestro protagonista se resignó a estudiar lo único que su puntaje le permitía... pedagogía.

Cursó la universidad con notas promedio y se graduó junto con el resto de sus compañeros sin recibir la felicitación de su madre que por años anheló, después de todo era sabido por la familia entera que la mujer le detestaba por motivos que él mismo desconocía.

¡Detesto esos niños! ¡Apenas me haga conocido como escritor voy a renunciar! Aunque por ahora me toca aguantar, que sin plata no puedo alimentar a mis perros...
Nada me gustaría más que poder hacer desaparecer el colegio con alumnos y todo, pero seguir igual ganando el sueldo... Sé que no es posible, pero gente como yo vive de soñar.

Esta frase fue escrita en su diario solo un año antes de la señalada al comienzo de esta narración.

La vida nunca es fácil cuando no se puede avanzar siguiendo las metas y sueños personales que alguna vez, durante la más temprana juventud, parecieron ser factibles.
La razón por la cual Julián jamás había podido ganar el concurso, era precisamente debido al exceso de deseo y la falta de talento.
Sus escritos, aunque con una gramática y ortografía perfectas, eran desastrosos. Los personajes creados por el autodenominado "Autor", eran reflejos extraños y exacerbados de las más recónditas partes de su inconsciente. Cada una de las existencias creadas por su mente, no podrían ser descritas como otra cosa que emociones abstractas luchando por tener forma, sin conseguirlo del todo en ningún momento.

Al imponer violentamente sus anhelos y experiencias personales sobre las voces de los seres que vivían en su imaginación, terminó por dar vida de la peor manera posible a sus ideas, moldeando historias carentes de sentido, lógica y humanidad.
Todo aquello, era algo que el escritor sabía mejor que nadie, pero pensó —equivocándose rotundamente— que el esfuerzo sería capaz de vencer cualquier adversidad.

Dejando ya de lado los desagradables recuerdos del profesor, debemos continuar con la narración de lo que realmente es importante en esta historia, pues dudo mucho que haya gente demasiado interesada en problemas cotidianos, de un ser cotidiano en un mundo cotidiano; y bien que se puede contar una historia con la vida diaria de una persona, pero la tarea se vuelve en extremo dificultosa cuando el protagonista no posee el más mínimo carisma o diversión dentro de su vida.
Este hombre no poseía ni felicidad ni simpatía, y su existencia era de hecho tan aburrida que leerla por más de diez minutos aburriría incluso hasta al mismo narrador. Bueno, esperando que esto no sea un intento de llenar más rápido la cantidad de planas necesarias para considerar este escrito un "libro", es una buena idea comenzar a contar lo que sí es interesante, que como suele suceder en ocasiones, no es el protagonista, sino lo que vive o vivía, dentro de él.

Solo un poco más arriba he mencionado que sus personajes eran cualquier cosa menos réplicas
escritas de seres humanos, mas eso no quita que hayan sido de hecho tan personas como su creador. Ser humano y ser persona son dos cosas totalmente distintas, e incluso pueden llegar a contraponerse, pues mientras "humano" se refiere a lo lógico, racional y físico del ser, "persona" es todo aquello que no existe en el exterior, la mente y el sentir, aquello que nos diferencia incluso si somos lo mismo, lo que nos otorga individualidad.

Humanos somos todos los vivos de una especie, persona es toda existencia que estando consciente de sí misma, siente.
El protagonista de esta historia, sin así quererlo, terminó creando un sinnúmero de personas que nunca pudieron ser correctamente expresadas en el papel. "Ellos" no nacieron ni murieron, solo existieron durante mucho, mucho tiempo, encerrados en una mente que no era capaz de comprender la naturaleza única de cada uno; aun así "ellos" siendo ya conscientes de sí mismos, no se resignaron a morir y pacientemente esperaron porque su creador les diera la oportunidad de salir a la luz, costase lo que costase.

 
El precio de sus existencias era muy caro, pero tentador...
Durante el mes de junio el final del semestre se convirtió en una tortura para Julián; más del 70% de sus alumnos reprobaron su asignatura, por lo que se asume, es problema del docente y no de los estudiantes. Si se responsabiliza al encargado de impartir el ramo, es muy probable que este pierda el empleo o sufra algún tipo de sanción económica, por lo menos.
Era verdad que el hombre era un profesor terrible, que poco o nada le importaba que sus alumnos aprendieran, pero quedarse sin trabajo era una idea que le hacía perder el sueño.

¿Dónde más iba a encontrar un colegio que le pagara tan bien y estuviera cerca de su casa? Por ser negligente durante un corto periodo de tiempo corría el riesgo de perder lo único que le proporcionaba algo de felicidad en su rutinaria vida: escribir luego de llegar a casa y soñar con algún día ser reconocido.

Si pierdo el trabajo no tendré garantías de volver a tener tiempo para hacer lo que realmente me gusta. Ya no sé qué hacer, detesto a esos niños, pero amo mi libertad... incluso traté de ponerles notas falsas, pero ya lo he hecho tantas veces que seguro me descubren ahora que estoy en la mira, necesito ayuda, pero no tengo a nadie a quien pedírsela.

Durante la noche, luego de haber escrito eso en su cuaderno comenzó todo. Lo que al principio
pareció un sueño, fue tomando cada vez más y más las proporciones de un tipo diferente de realidad.

Era tarde, el computador estaba encendido y Julián lloraba sentado en su escritorio pensando que a su corta edad ya había terminado de destruir su vida. El día que le seguía debía volver al colegio y dar sus explicaciones frente a la Jefa de UTP y la Directora, explicaciones por supuesto innecesarias y que no justificarían nunca, incluso si se esforzaba, su mal actuar como profesor.

—Ahora sí me tengo que rendir... no pude enseñar bien a esos cabros chicos poco inteligentes y me toca tomar mi responsabilidad en el asunto. Si me echan, tendrán motivos de más para respaldar la decisión y yo me tendré que quedar callado, porque tendrán razón. Cuando quede sin pega voy a tener que buscar algún trabajo en un colegio municipal y vivir con lo que me paguen, si es que me pagan... Van a ser muchos cursos y muchas horas, no me quedará tiempo para escribir y eso que ya tengo la fecha límite del concurso encima, ya cagué... —se decía a sí mismo entre sollozos, sin sentir ni un poco de culpa.

Fue entonces cuando los escuchó por primera vez.

 
—Dime qué es lo que te hace infeliz ¿Es el tiempo? ¿Son aquellos zapatos desgastados que no puedes cambiar? ¿Es acaso la hoja en blanco? ¿O son aquellos ojos que te juzgan por la rendija de la puerta? Dinos qué te hace desdichado y podremos ir y arreglarlo. Claro, no será gratis, solo pediremos tu cordura a cambio. El que ya nos puedas oír significa que tu vida se escapa por el agotamiento, por no haber nunca abandonado la pelea contra los molinos de viento, mas tranquilo, ya hemos llegado, y pronto, si nos hablas, haremos todo lo que quieras por ti. Siempre estuvimos al fondo, encadenados a la parte que quisiste matar, pero no puedes matarnos, no sin antes habernos dado una vida. Tú eres nuestro Dios y ya nos has creado ¿Qué esperas para que te sirvamos? 

Como un diálogo imaginario, como una aparición fantasmal, como un canto hipnótico, como una voz que era también varias, las personas que había hecho callar durante años de falta de talento, decidieron que ese momento de debilidad del autor sería perfecto para su venganza.

Fantasmas imaginarios [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora