Una botella y tu desaparición

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Lan WangJi tenía 6 años, le gustaba la quietud y las curiosas cositas que uno podía encontrar en la playa cada vez que sus pequeños piecitos le pedían a gritos una expedición.

XiChen-ge podía verlo desde la entrada de su casa, era una de las ventajas de vivir en una ciudad portuaria como Gusu, podía salir a aventurarse con una red en mano y recolectar "tesoros" cuando el clima era agradable.

A casa solía llegar con caracolas, plumas de gaviota, y diversas piedritas de colores. Lan WangJi se sentía como un aventurero en busca de tesoros escondidos y civilizaciones perdidas. Los libros que tío y XiChen-ge le leían alimentaban la imaginación de aquella cabecita que, no por ser tranquilo por naturaleza, lo hacía menos curioso.

Un grito acallado por el rugir de las olas hizo que el pequeño Lan detuviera la persecución de un cangrejo. ¿Se lo había imaginado?

- ¡ ...aann ...zhann!

Ahí estaba otra vez. Al levantar la vista, la expresión del pequeño Lan se agrió (dentro de lo poco expresivo que era). Un terremoto de la misma edad corría hacia él. Se detuvo a unos metros, lleno sus pulmones con aire y gritó:

- ¡HOLA, LAN ZHAANN!

Cualquiera que fuese testigo de dicha dinámica, habría pensado que eran buenos amigos.

Si le preguntaban a Wei WuXian, eran los mejores amigos del mundo.

Si le preguntaban a Lan WangJi, él era vilmente acosado por el niño de enorme sonrisa.

Wei WuXian vivía con los Jiang, si no se le veía en diabluras con su hermano Jiang Cheng y los demás niños del pueblo, uno siempre podría encontrarlo al lado de Lan WangJi. Aquello fue raro para los suyos, si consideraban lo opuestas que eran sus personalidades, pero allí estaban, uno hablando hasta por los codos y el otro ignorándolo soberanamente.

- ¡Mira, Lan Zhan! Yo también traje una red, bueno de hecho es la bolsa del pan, solo no se lo digas a la tía Yu. ¿Qué has encontrado hasta ahora? Vamos más cerca al puerto, allí hay otras cosas.

- No, está prohibido, si me alejo mucho XiChen-ge no podrá verme.

Wei WuXian inclinó su cabecita en duda, giro 90° con dirección al pueblo y agitó su manito como loco hasta que el mayor de los Lan lo vio y le devolvió el saludo a lo lejos.

- Está bien, está bien. Entonces tú busca por acá y yo por allá ¡y quién recoja más cosas gana!

¿En qué momento su expedición se volvió una competencia? Lan WangJi lo ignoró, definitivamente lo ignoró, él de por sí quería encontrar más cosas, ¡definitivamente no buscó con más ahínco debajo de las rocas solo porque Wei WuXian lo dijo!

Al cabo de unos minutos, el pequeño Wei parecía haberse olvidado de su propia competencia. Se puso a correr detrás de un cangrejo buscando atraparlo con su bolsa de pan, para luego soltar un fuerte chillido de sorpresa.

- ¡Lan Zhan! ¡Lan Zhan! ¡Ven rápido, mira esto!

El aludido no corrió (correr estaba prohibido), pero sí se acercó a ver lo que el niño acosador desenterraba a todo dar de entre la arena. Es más, quizá le ayudó a cavar al contagiarse de su entusiasmo, quizá.

- ¡Una botella! - dijeron al unísono. Era como si hubiesen descubierto un tesoro. Para el pequeño explorador interno de Lan WangJi fue así.

Tapado firmemente con un corcho, tenían entre sus manitas un oscuro vidrio cubierto de arena que, una vez puesto frente al sol, dejó adivinar un contenido sólido.

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