Narra Nicolás.
Estaba en casa acostado, esa noche no había podido salir porque me sentía un poco mal, en cambio Iris si salió, le dije que no se preocupara por mi y mejor tuviera una buena noche; aunque yo necesitaba una buena noche, en realidad la quería pero necesitaba descansar un poco.
Leí un poco y empecé a pensar en Emily, llevábamos mucho tiempo sin vernos ni hablar. Sentía cargo de conciencia al recordar que le había mentido de cierto modo por no hablarle de Iris.
Entonces me sentí como el coronel hablándole a el gordo en Buscando Alaska, diciéndole:
"Digo, es tonto extrañar a alguien con quien ni siquiera te llevabas bien. Pero no lo sé, era bonito ¿sabes? Tener a alguien con quien siempre te pudieras pelear".
Y era exactamente lo que yo sentía, a pesar de todo extrañaba aunque fuera discutir con ella.
En medio de mis pensamientos caí en un largo sueño y dormí así hasta el día siguiente hasta que el timbre de mi casa sonó tan fuerte que del desespero yo mismo abrí la puerta. Al hacerlo me encontré con Iris totalmente destrozada, con algo de golpes en su cara y con una expresión de tristeza y enfado.
-Tu amiga Emily me hizo esto -Dijo ella arrojándose en mis brazos y llorando.
-¿De qué hablas? ¿Qué pasó?
-Anoche estaba en la discoteca y de un momento a otro se lanzó sobre mi, no se que problema tendrá... Yo estaba con mis amigas y ella me atacó -Dijo nuevamente llorando y sentí ira en todo mi ser.
Yo sabia que Emily era capaz de muchas cosas ¿Pero atacar a mi novia sin razón alguna? No se lo podía permitir. La busque en la cafetería y en su casa pero no había razón de ella, decidí ir el lunes muy temprano, me iba a escuchar.
Cuando estuve en la cafetería y me desahogue diciéndole todo lo que pensaba sentí un golpe en mi rostro y al reaccionar noté que era su ex novio, sentí más ira pero no podía agrandar los problemas, los fulmine con la mirada y salí de ahí sin decir nada.
De algún modo había sentido rabia al verlo allí ¿acaso habrían regresado? Sentí más rabia aun, encendí un cigarrillo y me fui a donde mi novia.
Narra Emily.
Ya casi saldría del trabajo, tenia nervios con solo pensar que llegaría el momento de hablar con Eduardo y después de tanto tiempo poder por fin aclarar las cosas. Estaba pronto a cerrar cuando entro sonriendo a la cafetería, se veía realmente bien; seguía siendo tan atractivo como cuando estuvimos juntos.
-¿Ya casi? -Pregunto suave.
-Ya acabó con esto y salgo -Dije.
-No tranquila, sal que yo me encargo -Dijo Lucy y yo sólo asentí.
Entré en el baño e intente arreglar un poco mi cabello y aplicar algo de maquillaje ya que desde lo ocurrido en la mañana no había visto lo mal que me encontraba.
Al salir el estaba sentado en la barra tomando algo que Lucy le había ofrecido.
-Vamos -dije llamando su atención el me miro y se puso de pie para ir detrás mio, se despidió de Lucy muy amable y ella respondió igual.
-¿A dónde quieres ir? -Preguntó.
-Prefiero ir a casa, por comodidad ya sabes... -Dije y el acepto.
Me obligo prácticamente subir a su auto y dejando mi moto a cargo de Lucy, el camino a casa fue algo incómodo, no hablábamos nada además había pasado mucho tiempo que no estaba tanto a su lado... Era algo extraño.
Llegamos en un par de minutos y el espero paciente a que yo abriera la puerta de la casa y entrar siguiendome, al encender la luz se quedó mirando parte a parte de este con cara de asombro.
-Acá ya no es lo mismo -Susurró con algo de nostalgia en la voz.
-Nada es lo mismo -Respondí sin ganas -Acomódate -Lo invite y entre a la cocina para sacar dos cervezas allí.
-Gracias -Dijo recibiendo la cerveza.
-Puedes empezar -dije y el me miro.
-Perdón -Susurró.
-¿Por qué haces esto hasta ahora? -Pregunto.
-No era fácil Ema, me dolía saber que te había lastimado. Tenia miedo de recibir tu rechazo, me sentía un completo imbécil, no sabes cuanto siento haberte dejado ir -Dijo casi llorando.
Me levante del sofá y me dirigí al cuarto para sacar el diario de Lorna, regrese y se lo entregue para que leyera. Me miro confundido y luego empezó a leer, cuando término se cubrió el rostro y duró un buen tiempo así.
-Soy un imbécil -Dijo después -Esto es... Cierto.
-No tengo duda de eso -Respondí -¿Cuantas veces me traicionaste Eduardo? Sé sincero.
Me miro desconfiado como si supiera que la respuesta me dolería, al final lo hizo.
-3 veces.
-¿Crees que yo merecía eso? -Digo ahora con el dolor en el corazón.
-Sabes muy bien que no -Dijo ahora empezando a llorar -Ema, te juró que yo te amo, fui un completo imbécil y desde que pasó lo que pasó he pagado todo tu sufrimiento.
-Ahora ya no importa Eduardo -Dije limpiando una lágrima que había soltado sin darme cuenta.
-Claro que importa, por mi culpa te has convertido en una persona diferente -Lloro ahora con demasiado tristeza -Yo jamás debí hacerte eso, si no fuera por mis malditos errores estaríamos juntos y felices.
-Yo soy así porque quiero -Dije sin yo misma creer mis palabras, el se paro del mueble en el que estaba y se sentó a mi lado.
-Perdóname por favor, se que no vale la pena ahora pero necesito que me perdones -Dijo tomando mis manos.
-Yo te perdono, pero hasta ahí - dije sonando dura aunque me dolía.
El quiso imitar una sonrisa y tomo mi rostro en sus manos, se fue acercando poco a poco y no pude tomar resistencia, sus labios se acercaron a los míos dando un pequeño roce que hizo estremecer todo mi cuerpo, no me resistí ya que era algo que necesitaba tanto como el.
Su contacto en mi piel me hizo sentir plena en un momento, sentí calma en mi ser y lo necesitaba, lo necesitaba como a nada y eso me hizo feliz por cierto modo.
Al separarnos por causa de la falta del aire el poso su frente con la mía y sonrió.
-Dame una oportunidad de nuevo Ema, te necesito-Susurro pero lo aleje de mi.
-Eduardo, no me hagas esto -Dije -No soy la misma, en realidad no puedo aceptar eso por ahora.
-Yo se que no eres la misma, y es lo que más me duele. Déjame intentarlo, déjame demostrarte que de verdad te amo.
-Eduardo, vete déjame descansar -dije y el me miro con desilusión pero acepto.
Salio sin decir nada de la casa, subió en su auto y arranco. Sentí como esa felicidad en mi corazón volviera a extinguirse, me dolía pero no podía, no después de todo no que había pasado por su culpa, empecé a llorar como acostumbraba y me fume un cigarrillo.
Me llegó un mensaje de texto al celular.
Haré lo que este en mis manos para que volvamos a ser uno.
Eduardo.
No respondí y guarde el teléfono, estaba confundida y necesitaba a mis grandes amigas: Mamá y Lele.