Ahí estaba yo, al frente de él sin ni idea que podría decir, sentía su mirada fija en mi, pude sentir como me ruborizaba y empezaban a sudar mis manos algo que solía pasarme muy seguido.
Aún sintiendo esa intimidación que solo el podía despertar en mi seguía parada sin decir nada ¿Qué me pasaba? ¿Por qué no reaccionaba?
- Hola Emma - Dijo sin quitar esa mirada que siempre hacía.
- Amm hola - Salí del miedo y lo quite de mi camino.
- Oye espera... - No puse atención y seguí caminando, en realidad no quería hablar con el, solo verlo recordé ese maldito día en que pasó lo que pasó.
Flashback
- Voy a llegar a su casa de sorpresa, no sabe que acabo de llegar de viaje y pues quiero verlo, le traigo una manilla que mande hacer en oro con nuestros nombres - Le dije a Lorna.
- Ay no, te vas a morir de amor si sigues con tanta cursileria, no puedo con tanto amor vete de mi casa ahora - Rió.
- Jajaja oye, tu lo dices porque no estás enamorada, déjame y no me juzgues - Hice un puchero - Bueno, como me acabas de echar me voy más tarde te llamo, te quiero - Dije Abrazándola.
Salí de casa de Lorna y tome un taxi, llevaba casi un mes sin ver a mi amor por estar visitando a mi hermano; de verdad lo extrañaba y necesitaba tenerlo cerca, llegando a su casa noté que a luz de la sala estaba prendida, me dio satisfacción pues eso significaba que si estaba, yo tenía una llave de repuesto así que la use, tenía demasiados nervios.
Abrí la puerta y me di cuenta que no estaba en la sala, de seguro estaría en su habitación que perezoso era, caminé lentamente a pasos de espía cuando iba abrir la puerta escuche la risa de una chica, sentí un puñal en el corazón ¿Quién era la maldita perra que estaba con mi novio? Deje de pensar y abrí la puerta, fue ese momento que mi corazón dejó de ser uno a convertirse en miles de pedazos y sobre ellos Eduardo pisoteándolos.
Encima de la chica estaba él, sin camisa y ella sin la suya, el besando su cuello, la chica al verme abrió los ojos y lo alejó de ella, claro pude ver quien era, la grandísima perra de Camila, al retirarlo de ella él quedó asombrado y volteó a mirar, yo estaba boquiabierta con las lágrimas a punto de salir.
- Emma - Dijo - Espera... Yo puedo explicar.
- ¿Explicar? - Reí - Eres un imbécil - Salí corriendo por el pasillo de la sala a su habitación, quería salir de allí pero me logro alcanzar y me tomo del brazo, vi como esa zorra salía por la puerta de la habitación a mirar lo que ocurría - ¿Qué miras puta? - Le grité al verla.
- Por favor Emma déjame explicarte - Chilló.
- No hay nada que explicar Eduardo, te odio ¿Cómo pudiste, imbécil? - Empecé a llorar - Ahí te lo dejo perra - Le grite a esa estúpida - Ya me di cuenta que no vale nada, quedatelo - Agregué.
- No digas eso por favor - Lloró Eduardo intentando abrazarme.
- No te atrevas a tocarme, no puedo creerlo.. No quiero volver a saber nada de ti, olvida que existo - Al decirle esto tiré la manilla en el suelo y salí de su casa sin parar de correr, estaba llorando y totalmente destrozada ¿Cómo pudo hacerme esto? después de todo lo que habíamos vivido, cuando le había dado todo de mi, sentía odiarlo, jamás sentí tanta impotencia y humillación me sentía sola, quería morir.
Al llegar a mi casa me acosté en el mueble y lloré todo lo que tenía que llorar.
- ¿Por qué a mí, mamá? - Dije hablándole a mi madre que aunque no estuviera ahí sabía que siempre me acompañaba - ¿Por qué te fuiste? No sabes cuanto te necesito en este momento, quisiera irme contigo ¿Por qué me dejaste? No te imaginas cuanto te extraño cada día, eras la única que me entendía, y después de que sentí que alguien más lo hacía me ha fallado, no paro de pensarte, odio mi vida, odio saber que te fuiste de mi lado, odio a ese imbécil de Eduardo, por favor llévame contigo mamá - Seguí llorando y abrace la foto que tenía de ella en la sala, me sentía tan vacía.