CRIMEN EN EL BOSQUE

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Fumar. Eso era la único que podía calmar a Calavera. Su verdadero nombre era Alicia, pero ella insistía en que la llamasen así. Había ido hasta aquel bosque situado a unos kilómetros de su casa simplemente para fumar, porque sus padres no la entendían. No entendían que su hija fuese gótica y rebelde, no entendían que su hija no estudiase, no entendían que su hija fumase. Se había ido hasta aquel bosque en medio de la nada porque la gustaba la tranquilidad y el silencio de la noche. Sentía que allí podía hacer lo que quisiera sin que nadie la molestara, su pequeño trozo de paraíso. No tenía ni idea, al igual que los otros cuatro individuos, de lo que sucedería aquella misma noche, pero algo sospechó al escuchar un ruido que rompió el silencio que había, y se dirigió hacia él.

Se adentraron en la espesura de la mano, muy nerviosos, sobre todo Eva. Quería demostrarle a Alejandro lo mucho que lo quería, y se lo demostraría esa misma noche, en ese mismo bosque. Querría poder hacerlo en su casa, pero los padres estaban estorbando. Se situaron al pie de un árbol y comenzaron a besarse.

-Te quiero-susurró Eva.

Siguieron intercambiando besos, hasta que ella le quitó la camisa a Alejandro.

-Para, para, no puedo-dijo el chico alejándose

-¿Qué pasa?-preguntó la joven, extraňada.

-Te he sido infiel-respondió después de una pequeña pausa.

Eva jadeó y lo miró, incrédula.

-Es broma, ¿no?

Alejandro negó con la cabeza mientras se ponía otra vez la camisa.

-¿Con quién?

Pero antes de que respondiera estalló y comenzó a golpearle con rabia.

-¡Márchate ya! ¡Largo!

El joven la miró con profunda tristeza y salió de allí. Eva suspiró, con los ojos llenos de lágrimas, y se apoyó en el árbol hasta dejarse caer. Lloró allí largo rato, hasta que oyó un ruido proveniente de la oscuridad, y se acercó, curiosa, a él.

Cheng era el típico adolescente que destacaba únicamente por sus buenas notas. Solo entablaba amistad con los profesores, para los demás era básicamente un estorbo. Sus padres eran chinos, al igual que él, por lo que recibía bastantes burlas debido a su aspecto. Esa noche fue al bosque para observar la fauna, sentía que los animales eran los únicos que le entendían. Pero él no sabía que dentro de nada los animales no serían los únicos que lo harían. Se alarmó al escuchar un ruido procedente del interior del bosque, esperó un rato, tenso, y poco después, un pequeño grito sonó cerca de él. Estuvo a punto de irse, pero se armó de valor, y dispuesto a averiguar lo que pasaba, se encaminó hacia la dirección de la que provenía el sonido.

Se podría decir que Mario era el típico chico popular, con su novia perfecta, sus impecables notas y capitán del equipo de fútbol. Pero no es oro todo lo que reluce. Mario tenía un secreto, algo que nunca podría sacar a la luz, pues no solo decepcionaría a sus padres, sino que le echarían del equipo. Había intentado que esa macabra idea se fuera, pero no podía, incluso estaba saliendo con la chica más guapa que había en su instituto. Pero él no podía ocultarse a sí mismo la verdad, que era homosexual. Esa noche se adentró en el bosque para acabar de una vez por todas con esa mentira llamada vida, no era feliz ocultándolo. Justo cuando se iba a poner fin escuchó un ruido, y, curioso, se encaminó hacia él.

Ángel se pasaba la vida castigado en el instituto y sus amistades, por llamarlas así, no eran muy buenas. La gente casi no sabía de él desde que su padre se marchó con otra mujer. Se pasaba el día recluido en su casa jugando a videojuegos. Esa noche estaba en el bosque para despejarse, su vida no era perfecta, ni mucho menos. Su vida en verdad era un desastre, aunque la gente no lo viera. Tenía que cuidar de su madre enferma y a falta de dinero sus amistades le proporcionaban medicamentos a cambio de favores. Estaba perdido en su mundo cuando un ruido le alarmó y corrió hacia él.

Allí se encontraron todos, todos frente a todos y en medio un cadáver con unas heridas de arma blanca.

Esas eran las declaraciones oficiales que estaban en los archivos de la policía de ese pueblo, pero en verdad uno de ellos mentía. Uno de ellos provocó el asesinato.

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Hola, queríamos presentarnos. Somos Alberto y Sandra y esperamos que esta historia os guste, y en tal caso, que dejéis votos y comentarios. Publicaremos puntuales cada sábado a las 22:00. Gracias por leer :)

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